“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1).
El 20 de diciembre de 2013, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 3 de marzo como el Día Mundial de la Naturaleza. Según consta en la resolución, esta es una ocasión para “celebrar la belleza y la variedad de la flora y la fauna salvajes, así como de crear conciencia acerca de la multitud de beneficios que la conservación de estas formas de vida tiene para la humanidad”.
Se sostiene, además, que este día “también nos recuerda la necesidad urgente de combatir los delitos contra la naturaleza, los cuales acarrean consecuencias de gran alcance en los ámbitos económico, medioambiental y social”.
Tan importante es rescatar y recordar los beneficios de la vida al aire libre y el cuidado de nuestro planeta que hasta dedicamos un día para eso. A este punto llegamos, en esta posmoderna aldea global que parece alabar la tecnología, los rascacielos, el dinero, las oficinas y la cultura urbana. Conscientemente o no, nos hemos adaptado y acomodado a una vida de ciudad. ¿Cuánto tiempo hace que no sales a respirar el aire puro de un bosque? ¿Y desde la última vez que fuiste a la montaña? ¿Hace cuánto realizaste un avistaje de aves, o pisaste descalzo la arena o el césped?
Te propongo que, para celebrar este día, realices estas actividades (puede ser hoy o durante las próximas semanas):
. Ve a una plaza, la costanera de un río, un bosque o un campo. Luego, apaga tu reproductor de música, quítate los auriculares y disfruta de los interminables sonidos naturales.
. Sal por la noche al patio de tu casa, la terraza o algún lugar despejado, y contempla las estrellas.
. Realiza una caminata en una reserva natural y no lleves tu celular contigo.
. Ve a un museo de ciencias naturales, y recórrelo con paciencia y atención.
Hoy puede ser un día histórico. Conéctate con la naturaleza y está atento a sus lecciones. Animales, plantas, árboles, flores e insectos tienen mucho para enseñamos acerca de nuestro sublime Creador.
” ‘Dios es amor’ está escrito en cada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba. Los preciosos pájaros que llenan el aire de melodías con sus alegres cantos, las flores exquisitamente matizadas que, en su perfección, perfuman el aire, los elevados árboles del bosque con su rico follaje de viviente verdor; todo testifica del tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y de su deseo de hacer felices a sus hijos” (Elena de White, El camino a Cristo, p. 8).