Sábado 1 de Agosto – La verdadera libertad – Devocional para Adultos

«Así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres»(Juan 8:36).

EI tema escogido para este mes es la libertad sobre las adicciones. Muchos definen la felicidad como libertad de cualquier forma de adicción. En efecto, la persona adicta, aunque tenga todas las necesidades básicas cubiertas, carece de libre albedrío, en comparación con quienes no están sujetos a tales ataduras. Esta libre elección es atributo único del ser humano y fuente de felicidad, bienestar y satisfacción. Por el contrario, la persona atrapada no solo adolece de libertad, sino que también acaba perjudicando su salud física y mental, su trabajo y sus relaciones, aparte de causar daños a la sociedad en general.

Las adicciones químicas constituyen un problema muy serio a nivel global. Por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo el alcohol produce dos millones y medio de muertes cada año en el mundo. De ellos, trescientos veinte mil son jóvenes (entre quince y veintinueve años) que pierden la vida por causa del alcohol. Además, existen más de quince millones de personas que padecen trastornos por el uso de drogas como el cannabis, la cocaína, las anfetaminas y los opiáceos.

Aún más alcance tiene el tabaco que lo consumen mil millones de personas en el mundo y a raíz de él mueren seis millones todos los años, de los cuales más de seiscientos mil no son usuarios, sino que están expuestos al humo de los fumadores del entorno. Se estima que, tarde o temprano, el tabaco mata a la mitad de quienes lo usan regularmente. Esto es solo un esbozo del mal que producen estas sustancias. Detrás de las estadísticas hay innumerables historias de dolor y sufrimiento, de decepción e incertidumbre, de fracaso y angustia.

Muchos creyentes descansan tranquilos porque, debido a sus principios, creencias y costumbres, nunca utilizan esos productos y están libres de acabar siendo esclavos de ellos. Sin embargo, existen otras formas de adicción más sutil: las adicciones conductuales como la comida, las compras, el sexo, la televisión, el móvil, el ordenador o el trabajo. Todas estas actividades son lícitas, pero pueden usarse mal y provocar la adicción en los usuarios.

Por último, hay otra forma de esclavitud tan generalizada que es universal: el pecado (Romanos 3: 10, 23). Esta esclavitud pesa sobre todos y cada uno de los miembros de la familia humana, del pasado, del presente y del futuro. Y esta atadura que oprime la vida del ser humano puede romperse por la gracia del Señor Jesús que concede la verdadera libertad. Pídele hoy a Jesús libertad de toda adicción y especialmente libertad sobre el pecado.

Radio Adventista

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