Lunes 9 de enero. Matutina para jóvenes – “Tempus Fugit”

Lunes 9 de enero. Matutina para jóvenes – “Tempus Fugit”

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).

Cuando nos lavamos la cara en la mañana, ¿qué es lo más importante? ¿El agua o el grifo?” Esta simple pregunta es formulada por el diseñador, filósofo y periodista John Thackara, quien propone pensar en las necesidades antes que en las innovaciones, y en el valor social antes que en la novedad tecnológica.

Es posible extender la pregunta del agua y la canilla a todos los ámbitos de nuestra existencia. Las preguntas podrían continuar: ¿Necesitamos ser presa fácil de la fiebre de consumismo y materialismo que rige la sociedad? ¿Atendemos nuestras necesidades básicas o somos esclavos de nuestros deseos? ¿Vivimos la vida que elegimos o solo la que se nos induce a vivir?

¿Qué ocurriría si lleváramos los planteos de Thackara a nuestra espiritualidad? ¿Transitamos nuestra experiencia con Dios camuflados entre una selva de liturgias vacías y oraciones repetidas? ¿Asistimos a la iglesia como mera formalidad que cumplir, sin experimentar nunca un verdadero reavivamiento espiritual?

El 9 de enero de 2007 fue un día histórico. En California, Steve Jobs (director ejecutivo de Apple) lanzó el iPhone, el teléfono inteligente que cambiaría la vida de los usuarios permanentemente. Desde entonces, el teléfono tuvo actualizaciones y novedades, que mantienen pendiente a gran parte de la humanidad, sumergida plenamente en el consumismo.

¿Qué hacemos con nuestra vida? “Tempus fugit” [el tiempo huye], decían los antiguos romanos. Sí, el tiempo corre, unidireccional e irreversiblemente; y también dinero. Frecuentemente, nos quejamos por la falta de ambos. Pero ¿de qué modo invertimos el tiempo y el dinero que tenemos?

En el Sermón del Monte, Jesús nos aconsejó buscar primero el Reino de Dios. Este mundo rebosa de “reinos” inestables e inciertos. Nada es seguro; todo es relativo. Hoy puede ser un día histórico. Ánclate en la firme Palabra de Dios. Desecha la sobrecargada mochila de cosas prescindibles. Concreta lo básico: una relación creciente, diaria y profunda con Dios.

Lo esencial es Jesús, el Agua de vida (Juan 4:13,14; 7:37). Todo lo demás es grifería.

“Cristo no nos exime de la necesidad de esforzarnos, pero nos enseña que en todo le hemos de dar el primer lugar, el último y el mejor. No debemos ocuparnos en ningún negocio, ni ejercer alguna profesión, ni buscar placer alguno que pueda impedir el desarrollo de su justicia en nuestro carácter y en nuestra vida” (Elena de White, El discurso maestro de Jesucristo, p. 92). PA

 

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