Viernes 7 de octubre. Matinal adultos – Una movilización tan grande como una ballena – 5
«Ahora, pues, llevad también a cabo el hacerlo, para que así como estuvisteis prontos a querer, también lo estéis a cumplir conforme a lo que tengáis, porque si primero está la voluntad dispuesta, será aceptado según lo que uno tiene, no según lo que no tiene». 2 Corintios 8: 11, 12
UNA SEGUNDA ESTRATEGIA para ayudar a Dios a alcanzar las ciudades del mundo puede ser fácilmente pasada por alto. Es la estrategia para cuando no puedes ir. Es esencial hasta cuando puedes ir.
Estrategia 2. Da en pro de las ciudades que te rodean.La realidad práctica es que no todo el mundo puede trasladarse a una ciudad. Las obligaciones familiares, las elecciones de la carrera, las responsabilidades profesionales, los proyectos de formación, las razones económicas: obviamente hay razones legítimas y múltiples por las que no todos podemos convertirnos en misioneros en un barrio marginal o en un centro urbano. Pero no es menos cierto que todos podemos dar: todos podemos efectuar una inversión económica en la misión de Dios por las ciudades del mundo. De hecho, según señalamos hace unos días, el éxito de nuestra misión en nuestras iglesias locales es directamente proporcional a nuestra inversión en la misión global del reino. La expresión era «influencia refleja». ¿Te acuerdas de cuando tu médico tomó aquel martillo y te dio un golpecito en la rodilla para ver si tu pierna se sacudía con un movimiento reflejo (cosa que hizo, haciéndote sentir bastante tonto y descontrolado)? La acción del médico produjo una reacción correspondiente por tu parte. Dar para la misión más global del reino funciona de la misma manera. En realidad, invertir en misiones en ciudades alejadas de nosotros tiene una influencia refleja en el éxito de nuestra misión en nuestra propia comunidad. «Las iglesias volcadas al exterior» —iglesias que se centran en las necesidades más amplias del mundo que las rodea— experimentan un crecimiento y una vitalidad impresionantes. Es, ciertamente, ilógico, ya que reservar tus recursos para tu iglesia local parecería la respuesta prudente. Pero en el reino de Dios es al revés.
Entonces, ¿qué pasaría si empezases a destinar algunas de tus ofrendas a misiones en barrios marginales? ¿No te puedes incorporar a las labores de evangelización a pie de calle? Contribuye a fundar una. ¿No te puedes presentar como voluntario en un comedor comunitario? ¿Por qué no contribuir a apoyar económicamente uno? ¿No puedes aparecer personalmente en televisión? Hay varias iniciativas pastorales radiofónicas y televisivas para alcanzar las ciudades del mundo en esta generación. El «espacio urbano» es nuestra última frontera, y tú puedes contribuir a financiar su conquista para Dios. Traducida al español, la letra de la quinta estrofa del himno 575 de The Seventh-day Adventist Hymnal dice así: «Sean tu corazón tierno y tu visión clara; ve a la humanidad como la ve Dios, sírvelo lejos y cerca. Que tu corazón se rompa por el dolor de un hermano; comparte tus ricos recursos, da una y otra vez».