Jueves 9 de Septiembre – Los primeros indicios – Devoción Matutina Jóvenes 2021

“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).

Jesús, al nacer como ser humano, cumplió con todas las etapas del desarrollo que todos los niños cumplen al crecer. Pero se nos dice que “su mente era viva y aguda, con una reflexión y sabiduría que superaban a sus años” (El Deseado de todas las gentes, p. 49). Su carácter era hermoso, y su intelecto y su cuerpo se desarrollaban según las leyes de la niñez.

Sus manitos siempre estaban listas para servir. Nada perturbaba su paciencia, y su veracidad nunca sacrificaba la integridad. Era cortés y de principios firmes.

María observaba cómo se iban desarrollando sus facultades con profundo interés y veía la perfección de su carácter. Intentaba estimular su mente; y el Espíritu Santo le dio sabiduría para trabajar junto con los ángeles en el desarrollo de este niño tan especial.

De María y de los rollos de los profetas, Jesús aprendió sobre el cielo. Estudió lo que él mismo había creado. Amaba la naturaleza y buscaba en ella formas de enseñar cosas a los demás.

“Los ancianos, los tristes y los apesadumbrados por el pecado, los niños que jugaban con gozo inocente, los pequeños seres de los vergeles, las pacientes bestias de carga; todos eran más felices a causa de su presencia. Aquel cuya palabra sostenía los mundos podía agacharse para socorrer a un pájaro herido. No había nada tan insignificante que no mereciese su atención o sus servicios” (ibíd., p. 54).

No sabemos cómo habrán sido los primeros balbuceos de Jesús, cuándo dio sus primeros pasos, cómo cayeron sus primeros dientes. Pero sabemos que fue un niño amable, que tuvo a disposición los medios que pueden ser empleados para educar a los niños también hoy.

María atesoraba cada cosa en su corazón y nos quedó un excelente ejemplo de la enseñanza que le brindó y la esperanza de que, unidos a los del cielo, los esfuerzos de las madres pueden tener como resultado hijos de bien para la humanidad.

Seguramente conoces niños, tienes hermanos pequeños o sobrinos. Tú también eres responsable de la educación de ellos y puedes hacer todo de tu parte para que tu comunicación con ellos sea de formación y bendición. Puedes enseñarles cosas sobre la naturaleza y sobre Dios; cantos, lecciones y valores que quedarán grabados para la eternidad. Así como Jesús, puedes comportarte de manera tal que todos sean felices en tu presencia también. Esos pueden ser los primeros indicios de tu relación con él.

Radio Adventista

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