Domingo 31 de Julio – Juicio y piedad – Devocional para Jóvenes

«¿Y yo no habría de tener piedad de Nínive, esa gran ciudad con más de ciento veinte mil habitantes que no saben distinguir cuál es su mano derecha y cuál su mano izquierda, y dónde hay muchos animales? (Jonás 4: 11).

¡CUÁN ERRADOS PODEMOS ESTAR en administrar justicia! Los seres humanos tenemos una visión tan limitada y tan pecaminosa de todo lo que nos rodea, que Isaías lo mejorará al decir: «¿Acaso podremos alcanzar la salvación? Todos nosotros estamos llenos de impureza; todos nuestros actos de justicia son como un trapo lleno de inmundicia» (Isa. 64: 5-6).

Jonás tenía tanto odio contra Nínive que optó por desobedecer a Dios y huir a Tarsis. Por décadas los ninivitas habían hostigado a los israelitas llevándolos cautivos, robando sus riquezas y cometiendo todo tipo de abusos. Jonás creyó que había llegado la hora de «pagar», y él no estaba dispuesto a amonestarles para que Dios los perdonara.

Después de comprar el boleto en el puerto de Jope, creyó que el asunto estaba terminado. Desde Tarsis escucharía las noticias de la destrucción de Nínive, y de allí volvería gozoso a su querido Israel. Pero Dios se encargó de recordarle que él está en toda la tierra, y que es imposible hallar un lugar lejos de su presencia. Un gran pez, sentimientos de muerte y tres días sin ver la luz del sol, fueron suficientes para que Jonás predicara en Nínive con todo entusiasmo. Así como Jonás lo había sospechado, la ciudad entera se convirtió y hasta el mismo rey.

Pero Jonás no deseaba que los ninivitas sucesores perdonados y al ver que la compasión divina se había manifestado en esa ciudad pecaminosa, se enfureció al punto de querer morir. ¿No había pensado Jonás que él era tan culpable como Nínive, al desobedecer a Dios y huir a Tarsis?

«En el libro de Jonás, Dios mostró que su profeta experimentó su juicio en el mar turbulento, para que Jonás pudiera saber, directamente de la fuente original, lo que juicio realmente significa. Además, libró al profeta Jonás de morir ahogado, sin tomar en cuenta el hecho de que, por su desobediencia, no merecía ser rescatado. Aunque Jonás nunca reconoció tal hecho, se convirtió en receptor de la gracia divina al igual que Nínive. Encontramos al Señor en su inmensurable piedad perdonando a Jonás ya Nínive. Este es uno de los mayores asuntos del libro» (Jo Ann Davidson, Jonás: el libro desde adentro , p. 127).

Estás por comenzar con las actividades de un nuevo día, pero antes, agradécele al. Dios eterno porque su juicio, a diferencia del juicio humano, está mezclado con el amor, la piedad y la misericordia de un Padre amante.

Radio Adventista

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