Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti (Isaías 43:2).
Hace un par de años Ryan Reynolds, un famoso actor de Hollywood, admitió públicamente que libraba una fiera batalla contra la ansiedad. En el contexto del mes de la concienciación de la salud mental, publicó este mensaje en su cuenta de Instagram: “A todos aquellos que, como yo, sobrecargan la agenda, piensan en exceso, trabajan en exceso, se preocupan en exceso y hacen todo en exceso, por favor, sepa que no están solos”. Ese exceso de todo es lo que nos lleva a llenarnos de ansiedad, “un sentimiento de aprensión y preocupación que altera con gran” nuestra normalidad. * Junto con la depresión, la ansiedad es uno de los problemas de salud mental más comunes de nuestro tiempo.
Los expertos afirman que casi un 5 por ciento de las personas padecen ansiedad generalizada. La ansiedad nos provoca fatiga, irritabilidad, palpitaciones y mareos. No es algo que debamos tomar con ligereza. El salmista clamó: “¡Se deshace mi alma de ansiedad!” (Salmo 119:28). ¿Cuántos sentimos lo mismo en este momento? El verbo “deshacer” encierra la idea de que algo se derrama, es como si el salmista dijera: “Un torrente de ansiedad se está derramando/está cayendo abruptamente dentro de mí”. La ansiedad es una angustia en el corazón, un dolor que nos va desgastando la vida, un vacío que llena de nuestra locura alma.
Los ansiosos tenemos que recordar lo que dijo Ryan: “Sepan que no están solos”. ¿Y quién está a nuestro lado durante esos momentos en que todo parece agitado e incontrolable? El profeta Isaías nos responde: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:2), En medio de nuestra batalla contra los afanes no hemos de olvidar, Dios está con nosotros y que nos acompaña en nuestros momentos más ansiosos. El Creador se coloca a nuestro lado, ¿y para qué lo hace? Para darnos consuelo y alegría en medio de nuestras preocupaciones (ver Salmo 94:19, DHH). Sé que hay muchas cosas que nos preocupan, problemas que han hecho que la ansiedad sea nuestra compañera; no obstante, nuestro Padre celestial ha venido a nuestra vida ansiosa para darnos “consuelo y alegría”. No estamos solos.
* Julián Melgosa, Mente positiva (Madrid: Editorial Safeliz, 2013), p. 96.