Domingo 24 de Abril – La confesión de una pagana – Matinal Jóvenes

Cuando lo supimos, nuestro ánimo decayó. Por culpa de ustedes, ya no les queda ánimo a nuestros hombres, pues el Señor es Dios en los cielos y en la tierra (Josué 2: 11).

ISRAEL AVANZABA A PASO FIRME y nadie podía hacerle frente. Dios estaba realizando milagros asombrosos para que las tierras cananeas tuvieran posesión de Israel, y todos los cananeos eran conscientes de que tenían los días contados.

Rahab, una mujer de Jericó que estuvo dispuesta a cobijar a los espías israelitas, con peligro de su vida, confesó su fe en el Dios de Israel al decir: «El Señor es Dios en los cielos y en la tierra». ¿Cómo fue posible que esta mujer pagana reconociera a Dios, mientras en la actualidad muchos científicos se debaten si creen o no en un ser superior? ¿Qué pruebas recibió Rahab para creer, que los hombres de ciencia en el presente no poseen?

Como si estuviera leyendo publicaciones científicas de nuestros días, Elena G. White apela a nuestra fe para no dar lugar a especulaciones humanas: «Cuando se consideran las oportunidades que tiene el hombre para investigar, cuando se considera cuán breve es su vida, cuán limitada su esfera de acción, cuán restringida su visión, cuán frecuentes y grandes son los errores de sus conclusiones, especialmente en lo que se refiere a los sucesos que se supone precedieron a la historia bíblica, cuán a menudo se revisan o desechan las supuestas deducciones de la ciencia, con qué prontitud se añaden o quitan millones de años al supuesto periodo del desarrollo de la tierra y cómo se contradicen las teorías presentadas por diferentes hombres de ciencia; cuando se considera esto, ¿consentiremos nosotros, por el privilegio de rastrear nuestra ascendencia a través de gérmenes, moluscos y monos, en desechar esa declaración de la Santa Escritura, tan grandiosa en su sencillez: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”? ¿Desecharemos el informe genealógico -más magnífico que cualquiera atesorado en las cortes de los reyes: “¿Hijo de Adán, hijo de Dios”? Debidamente comprendidas, tanto las revelaciones de la ciencia como las experiencias de la vida están en armonía con el testimonio de la Escritura en cuanto a la obra constante de Dios en la naturaleza» (La educación, p. 126).

Rahab confesó su fe en Dios y cada adventista de este tiempo tiene el sagrado deber de confesar su creencia en un Dios Creador ante un mundo secularizado que busca excusas para no creer. No tengas temor de presentarte como hijo de Dios ante aquellos que se consideran hijos de la evolución.

Radio Adventista

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