En cuanto los israelitas se percataron de que el faraón y su ejército iban hacia ellos, muertos de miedo clamaron al Señor. Éxodo 14:10, BLPH.
Por fin, los israelitas habían dejado atrás la esclavitud. Liderados por Jehová por medio de Moisés y Aarón, más de dos millones de personas iniciando el camino a la libertad. Las instrucciones divinas no los llevaron por el camino más corto. Canaán estaba al noroeste de Egipto; sin embargo, la columna de nube los dirigió hacia el sudoeste. Con razón, el monarca egipcio pensó que los extraviados y poco inteligentes israelitas caerían pronto en sus manos mientras deambularan sin rumbo por el desierto. Pero Dios había preparado esta situación para que los egipcios y las naciones vecinas respetaran su nombre (ver 1CBA, p. 576).
Los israelitas también necesitan aprender a confiar en Dios; fueron puestos en una situación en la cual no hubiera salvación, sino por la mano fuerte de Jehová. A pesar de haber visto la protección divina mediante las plagas, todavía su única respuesta en este momento de crisis fue llanto, queja y desespero. Estos ex esclavos tienen que aprender repetidamente y por experiencia que Dios era su Proveedor. Cuánta angustia necesaria nos evitaríamos si pudiéramos confiar en Dios desde el principio, enfocándonos en sus fieles promesas.
La situación parecía desesperada: encerrados al este por el mar, al sur por una escabrosa montaña, al oeste por el desierto, y al norte por los egipcios perseguidores, su escape era imposible. Estaban desarmados y sin preparacion para el combate, y sin confianza en Dios. Su clamor era un grito de reivindicación más que una oración de fe; o probablemente algunos pocos fieles clamaron a Dios, mientras que otros murmuraban contra Moisés.
En tiempos de crisis, ¿a qué se inclina tu corazón? ¿Confías en que Dios te dará la victoria, aunque no entiendas cómo, o buscas culpables? La decisión que tomes será determinada por tu relación con Dios. ¿Qué es más fácil, quejarse, llorar y murmurar cuando te enfrentas al dolor, la tragedia y la pérdida inminente, o clamar a Dios por ayuda y amparo? La confianza en el poder de Dios no se desarrolla instantáneamente, es necesario cultivarla mucho antes de que aparezcan las crisis. ¡Te invito este día a cerrar tus ojos y repetir con calma muchas veces: ¡Señor, yo confío en ti!