Viernes 6 de Mayo – Compasión con los caidos – Matinal para Jóvenes

«Si yo estuviera en su lugar, les daría ánimo y con palabras de consuelo aumentaría su dolor» (Job 16,5).

JOB PADECIÓ UNA TRAGEDIA PERSONAL y familiar que muy pocos hombres en el mundo vivieron. En un solo día perdió todas sus riquezas: miles de cabezas de bueyes, asnas, ovejas y camellos; pero lo más terrible que afrontó fue la tragedia familiar. Ese mismo día nació sus siete hijos y sus tres hijas. Como si esto fuera poco, una sarna maligna arruinó la salud de Job; así que empezó un rascarse con un pedazo de ladrillo.

Elifaz, Bildad y Zofar fueron tres amigos que abandonaron sus ocupaciones para ir a visitarlo. El estado de Job era tan lamentable que por «siete días con sus noches» ninguna habló palabra «pues vieron que era muy grande su dolor» (Job 2: 13).

Fue Job quien rompió el silencio y poco a poco sus tres amigos comenzaron a hablar, pero el relato bíblico muestra que olvidaron la razón de su visita e intentaron culpar y condenar a Job por todas sus desgracias. En un momento de hastío, Job les recordó que era él quien había sufrido y si la situación había sido a la inversa, Job les dijo: «Les daría ánimo y con palabras de consuelo mitigaría su dolor». ¡Cuánto necesitarán aprender esos tres amigos! Quienes han vivido una tragedia o una desgracia, necesitan palabras de ánimo, consuelo y fortaleza, ya que la vida los golpeó y no es momento para acusadoras reflexiones.

Poniendo como ejemplo de misericordia al Señor Jesús, Elena G. White nos exhorta: «El Salvador no tiene en cuenta las jerarquías ni las castas, los honores mundanales ni las riquezas. El carácter y el propósito consagrado son las cosas que tienen alto valor para él. Él no se pone de parte de los fuertes favorecidos por el mundo. Él que es el Hijo del Dios viviente se humilla para elevar a los caídos. Por sus promesas y palabras de seguridad procura ganar para sí al alma perdida que perece. Los ángeles de Dios están observando para ver apropiados de sus seguidores manifestarán tierna compasión y simpatía. Están observando para ver quiénes entre el pueblo de Dios manifestarán el amor de Jesús” ( Testimonios para la iglesia , t. 6, p. 270).

¿Estás mostrando misericordia a quienes les golpeó la vida? ¿Tienes compasión con tus palabras por aquellos que sufrieron una desgracia? Cuando alguien sufre por sus propios errores, ¿tratas de animarlo para que se levante o le agregue carga a su conciencia? Tú y yo estamos llamados por Dios para expresar palabras de consuelo y alivio, porque cuando Jesús estuvo en este mundo trabajó para ayudar a los abatidos.

Radio Adventista

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