¡Ama a tus enemigos! Bendice a quienes te maldicen. Haz el bien a todos los que te odian. ¡Ora por los que te persiguen! Mateo 5:44.
Edith Cavell fue una enfermera inglesa que ayudó a cientos de soldados aliados a escapar de Bélgica a Holanda durante la Primera Guerra Mundial. Cuando fue capturada y juzgada, lejos de mentir, admitió todo cuanto había hecho. Fue sentenciada a muerte, y su ejecución se verificaría el 12 de octubre de 1915.
El día anterior a su ejecución pidió ver al capellán H. S. T. Gahan, quien recientemente había sido liberado de un campo de concentración. Se le permitió que la visitara en su celda de la prisión.
-Siento mucho lo de su sentencia -dijo el pastor Gahan, comprendiendo lo delicada de su situación-. No sé qué decir ni hacer para ayudarla en estos momentos.
-No le temo a la muerte -le respondió Edith serenamente- Dios me ha dado durante estas semanas mucha tranquilidad en la prisión y estoy preparada para el fin. Hay solamente una cosa que me preocupa.
-¿Sí? ¿Qué es?
-En este momento, al estar frente a Dios y la eternidad, me doy cuenta de que el patriotismo no es suficiente. No debo albergar odio ni resentimiento contra nadie. Debo amar a mis enemigos. Por favor, ore por mí.
Se levantó y se arrodilló junto a su catre de hierro. El pastor se arrodilló con ella. Juntos, de rodillas en el piso sucio y frío de la prisión, celebraron el servicio de Comunión. El pastor leyó algunos versículos y oraron juntos. Al día siguiente se le permitió al pastor Gahan estar con ella durante la ejecución.
Se la ató a un poste frente a un oficial y un pelotón de ejecución, que constaba de ocho soldados.
-¡Atención! -ordenó el oficial.
En ese momento uno de los soldados rompió filas y tiró su arma.
-Si he de hacerle caso a mi conciencia, no puedo dispararle a una mujer. Lo siento, señor.
Los demás soldados titubearon.
-¡Puerco sedicioso! -le gritó el oficial.
Sacando su pistola, le disparó y mató al soldado.
Olvidándose de que estaba atada al poste, en un gesto de misericordia, Edith trató de tocar al soldado caído.
-El patriotismo no basta -dijo ella.
En ese momento, el pastor Gahan se dio cuenta de que había encontrado el amor para sus enemigos.