No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano eran justas (1 Juan 3:12).
EL ACTUAL ESTADO NORTEAMERICANO de Pennsylvania, lleva su nombre por Guillermo Penn, un cuáquero que vivió en la segunda mitad del siglo XVII. «Pen concibió la idea de lo que llamó su” experimento santo “. Algunos amigos le hablado de Nueva Jersey, en Norteamérica. Puesto que la corona le debía una fuerte suma y no estaba deseosa de pagarla en metálico, Penn logró que Carlos II le concediera territorios en lo que hoy es Pennsylvania. Su propósito era fundar una nueva colonia en la que hubiera sido completa libertad religiosa. Anteriormente otros ingleses fundado varias colonias en Norteamérica. Pero, excepto en Rhode Island, la intolerancia reinaba por doquier. En Massachusetts, la más intolerante de todas, se perseguían a los cuáqueros, y se les condenaba a destierros, mutilaciones y hasta la muerte.Historia del cristianismo , t. 2, pág. 338).
¿Te preguntaste cuándo nació la intolerancia religiosa? De acuerdo a las Escrituras, la intolerancia religiosa es tan antigua como la humanidad. Caín, el primogénito de Adán y Eva, mostró que no estaba dispuesto a aceptar una opinión diferente en términos religiosos cuando mató a su hermano Abel. A lo largo de la historia humana, los hijos de Dios han tenido que soportar la persecución, castigos y muertes porque prevalece el espíritu de Caín.
¿Por qué razón no es posible que la religión de Caín conviva con la de Abel? Porque los perseguidores no soportan que la adoración verdadera acuse sus conciencias. Abel no insultó, no robó, ni tampoco golpeó a su hermano; Caín lo mató porque la obediencia de Abel al realizar el sacrificio de un cordero, fue una acusación directa sobre su conducta rebelde y pecaminosa.
Dentro de poco el espíritu de Caín se volverá a levantar en todo el mundo y los hijos de Dios seremos perseguidos por adorar a nuestro Creador como lo indica su Palabra. La bestia con cuernos de cordero mandará que hagan «una imagen de la bestia, que vivió a pesar de tener una herida de espada» (Apoc. 13: 14). Nuevamente, la intolerancia y la persecución amenazarán nuestras conciencias. Por eso, al igual que Abel, debemos entregarnos sin reservas a Dios, para formar parte «de los santos, de los que obedecen los mandamientos de Dios y mantener la fe en Jesús» (Apoc. 14: 12).