Ustedes den a cada uno lo que le deben: paguen los impuestos y demás aranceles a quien corresponda, y den respeto y honra a los que están en autoridad. Romanos 13:7.
“Me pregunto ¿por qué algunos tienen cabello rojo y otros negro?” Hugo de Vries se hacía esta y otras preguntas en cuanto a la herencia, allá en Holanda, por el año 1900. Antes de publicar sus conclusiones, decidió investigar si alguien más había realizado estudios similares relativos a las leyes de la herencia. Para su sorpresa, encontró un documento asombroso en una revista científica editada hacía poco más de tres décadas. El artículo fue escrito por un monje llamado Gregorio Mendel.
“¿Por qué será que no todos los cachorros de una misma carnada tienen el mismo color?”, se preguntaba, por su parte, Karl Correns en su laboratorio de Alemania el mismo año. Decidió verificar si alguien más se había adelantado en su estudio acerca de las leyes de la herencia. Encontró un escrito en una antigua revista que hablaba acerca del tema. El autor era Gregorio Mendel.
“¿Por qué algunos niños de una misma familia tienen ojos de diferentes colores?” En 1900, Erich Tschermak, de Austria, buscaba la respuesta al enigma de la herencia. Decidió revisar los tratados médicos y científicos existentes, para ver si alguien en el pasado había escrito acerca de este tema. Se sorprendió al descubrir que en una revista científica publicada 34 años atrás había un artículo escrito por un monje llamado Gregorio Mendel.
Ocho años después de cultivar arvejas en el jardín de su monasterio en Brünn, Austria, Gregorio Mendel descubrió las leyes que rigen la transmisión de características físicas de padres a hijos. Su estudio revelaba los mismos principios descubiertos simultáneamente por tres científicos 34 años más tarde. Fue así como sentó las bases para la ciencia que ahora se conoce como Genética.
Si hubieras sido Hugo, Karl o Erich, ¿qué habrías hecho? ¿Habrías ignorado el trabajo de un monje que murió hace mucho tiempo, pensando que nadie se daría cuenta de que en realidad no fuiste el primero en descubrir las leyes de la herencia? ¿Habrías anunciado las leyes como un descubrimiento tuyo?
De paso, los tres científicos nunca mantuvieron comunicación entre sí; no tenían la menor idea de lo que habían descubierto sus colegas. Aun así, cada uno llegó a la misma conclusión. Le darían honor a quien honor merecía. Cada uno de ellos llamó la atención del mundo al descubrimiento de Mendel, cediendo este honor al sabio que los precedió. ¡A eso, lo llamo honestidad!