Mandé a mi hermano Hanani, ya Hananias, jefe de la fortaleza de Jerusalén (porque este era varón de verdad y temeroso de Dios, más que muchos). Nehemías 7:2.
El muro estaba ya edificado, las puertas colocadas y la victoria ganada. Eso podría darles un falso sentido de seguridad e importancia, pero Nehemías estaba listo para cualquier eventualidad. Había que elegir a dos personas fieles y temerosas de Dios que vigilaran aquellas puertas recién colocadas; de lo contrario, las batallas ganadas serían en vano. Una puerta sin vigilancia sería una tentación para el enemigo. Cuando obtengamos una victoria, podemos perderla más tarde por falta de vigilancia o exceso de confianza.
Solo gente fiel y temerosa de Dios pudo realizar esa labor. Nehemías dio instrucciones específicas a los dos elegidos: mantener trancadas las puertas de la ciudad hasta bien salido el sol, cuando cada familia estuviera despierta, alerta y vigilante, y que todos los guardas estuvieran en las respectivas puertas que tuvieran de vigilar. No eran muchos los habitantes de Jerusalén; muchos expatriados se quedaron en Babilonia, otros afectaron sus hogares alrededor de Judá, solo unos pocos valientes y fieles decidieron vivir en la pequeña e insegura ciudad de Jerusalén. Por eso se tomaron estas medidas de seguridad adicionales para prevenir cualquier intento de ataque.
Toma medidas adicionales para prevenir los ataques del enemigo a tu familia. Vigila las puertas y avenidas de los sentidos para evitar la distracción de tus hijos de la misión que les corresponden. Ofréceles un lugar espiritualmente seguro. ¿Qué puertas de los sentidos están sin vigilancia? ¿Cuáles son los puntos débiles de tu familia por donde el enemigo podría atacar?
“Es un crimen que las madres tienen en la ignorancia en cuanto a los hábitos de sus hijos… Madres, no podéis ser demasiado cuidadosas en prevenir a vuestros hijos para que no aprendan hábitos viles. Es más fácil aprender el mal que desarraigarlo después que se ha aprendido” (CN, pp. 430, 431). “Cada cristiano debe mantenerse continuamente en guardia y vigilar cada avenida del alma por donde Satanás pudiera hallar acceso. Debe orar en demanda de ayuda divina y al mismo tiempo resistir resueltamente cada inclinación hacia el pecado. Todos pueden vencer mediante el valor, la fe y el esfuerzo perseverante. Pero recuerden que, para ganar la victoria, Cristo debe morar en ustedes y ustedes en Cristo” (EJ, p. 334).
Con la ayuda divina, vigila las puertas de tu alma y las del alma de tus hijos.