Respondió Jacob y dijo a Labán: Porque tuve miedo; pues pensé que quizás me quitarías por la fuerza de tus hijas. Génesis 31:31.
Jacob a volvió a su tierra con dos esposas, dos concubinas, doce hijos y un gran rebaño de ovejas, escapando de su malvado suegro. Labán había engañado a Jacob, había controlado dos generaciones de matrimonios (Rebeca, Lea y Raquel), manipulaba a otros para su propio beneficio, no admitía sus equivocaciones. Se había beneficiado financieramente pero no espiritualmente de Jacob. Sus hijas por primera vez concuerdan en algo: su padre las vendieron como esclavas, no les dio la dote matrimonial recibida por ellas, como era la costumbre. Jacob tenía razones para temer a alguien sin escrúpulos como Labán; pero el comportamiento egoísta del suegro no fue una excusa para no dar un servicio fiel y diligente. No justificamos nuestras faltas en nuestro lugar de trabajo con el trato injusto de nuestros superiores.
El miedo es un sentimiento que trasciende el sexo, el nivel social, las relaciones y la posición económica; ha sido parte inseparable de la raza humana. Desde que Adán pecó, el miedo fue engendrado en su corazón, y perduró entre nosotros mientras perdure el pecado. Por lo tanto, necesitamos aprender a identificarlo y mantenerlo sujeto a nuestra voluntad. Fuera por miedo o por estar seguro de la fidelidad de su familia, Jacob habló apresuradamente: “Aquel en cuyo poder hallares tus dioses, no viva” (Génesis 31:32). Sin saber que su amada esposa Raquel los había escondido. No deberíamos hacer declaraciones apresuradas, por más seguros que estemos de los hechos.
“En defensa de su secreta y apresurada partida, Jacob mostró temor e hizo una confesión sincera y honrada. En cuanto a la acusación de robo, Jacob voluntariamente se sometió a las disposiciones de la ley de Mesopotamia. Eso significaba la pena de muerte para ciertas clases de robo que aparecieron objetos sagrados” (1CBA, p. 412).
Raquel robó los ídolos porque, según la tradición, poseía los dioses de la familia era como tener el título de las propiedades del padre; y muerto este, podría reclamarlas como herencia. Esto explica la ansiedad de Labán por recuperar los ídolos, pero no justifica el hurto y la mentira de Raquel. El miedo llevó a Jacob a declaraciones hacer apresuradas que podría haber costado la vida de su esposa. Pídele a Dios que te dé sabiduría para no hacer declaraciones que puedan afectar a un miembro de tu familia.