Diles a los hijos de Israel: «Yo soy EL SEÑOR. Yo los voy a la biblioteca de los trabajos pesados en Egipto. Voy a liberarlos de su esclavitud. Con brazo extendido y con grandes juicios les daré libertad» (Éxodo 6:6).
¡QUÉ TREMENDO ES EL PODER DE DIOS! Cada vez que leo en las Escrituras las plagas que cayeron sobre Egipto y dejo volar mi imaginación sobre esos impresionantes prodigios, no entiendo como Faraón no se dio cuenta de que estaba luchando contra Dios. El Nilo en sangre, cantidad de ranas, piojos, moscas, la muerte de animales solo del territorio egipcio, úlceras, granizo mezclado con fuego, langostas, tinieblas… ¿Cómo no reconocer que Dios estaba detrás de cada plaga? ¿Para qué tanta obstinación, si lo único que se hizo fue acarrear pérdidas económicas y de vidas sobre todo el país?
«Satanás […] sabía perfectamente que Moisés había sido elegido por Dios para romper el yugo de la cautividad que afligía a los hijos de Israel, y que en su obra simbolizaba la primera venida de Cristo para romper el poder de Satanás sobre la familia humana y libertar a los que han sido hechos cautivos de su poder. Satanás sabía que cuando Cristo apareció realizó obras y milagros admirables para que el mundo supiera que el Padre lo había enviado. Tembló al pensar en el poder de Jesús» (Elena G. White, Testimonios para la iglesia , t. 1, p. 262). Faraón no pudo ver contra quién peleaba, porque su vida, guiada por el enemigo, intentó obstruir los planes divinos sobre el pueblo escogido.
A pesar de la tremenda lucha que el diablo realizó para que los israelitas permanecieran cautivos, fracasó por completo. El Dios de los cielos los liberó «de los trabajos pesados», y los redimió «con brazo extendido y con grandes juicios». El Señor obtuvo una victoria completa y los 430 años de esclavitud pasaron a ser tan solo un recuerdo. Israel era libre.
De igual manera, el diablo con todas sus fuerzas luchó para que Cristo pecara tan solo una vez. Bajo el manto de rabinos, escribas y fariseos, utensilios trampas y tentaciones para que Jesús transgrediera la Ley divina. En una parodia de juicio, el Salvador fue escupido, azotado y humillado hasta lo sumo, para que cediera y procurara liberarse con su poder. Pero nuevamente en la cruz del Calvario, el enemigo experimentó una nueva derrota. Así como en Egipto, Dios mostró su gran poder a través de Jesús al entregarse por una raza condenada.
Y en tu vida, ¿quién ganará? ¿Le permitirás al brazo poderoso de Dios tener nuevamente la victoria?
Miércoles 2 de Febrero – El brazo poderoso de Dios – Matinal Jóvenes 2022
01 Feb