Miércoles 12 de Julio – Casas artesonadas o la obra de Dios? – Matinal Jóvenes

Así ha dicho el Señor de los ejércitos: «Piensen bien lo que hacen» (Hageo 1: 5).

BABILONIA HABÍA CAÍDO Y MEDO PERSIA dominaba el mundo conocido. Por el año 536 a. C., unas cuarenta y dos mil personas volvieron a Jerusalén, al mando de Zorobabel como jefe civil y Josué como jefe espiritual. Se cree que junto a ellos se unió el profeta Hageo. Había mucho entusiasmo entre el gentío que regresaba a «la tierra de sus padres» y ese entusiasmo se vio reflejado al comenzar la construcción del templo.

Cuando los judíos se encontraron con oposición por parte de los samaritanos, dijeron: «Todavía no es tiempo de que la casa del Señor sea reedificada» (Hag. 1:2). Entonces, por dieciséis años se dedicaron a acumular dinero ya construir «casas artesonadas» (1:4) mientras el templo continuaba en ruinas. Dios los juzgó e inspiró al profeta Hageo para que los amonestara diciéndoles: «Piensen bien lo que hacen».

Este mensaje me hizo pensar sobre los orígenes del pueblo adventista y su estado actual. Con temor y temblor los pioneros adventistas se dedicaron a predicar el mensaje de la segunda venida de Cristo en todo lugar oportuno.

John Andrews fue el primer adventista que se embarcó para ampliar las fronteras de nuestra iglesia. «La vida de Andrews fue un constante salmo de victoria sobre el dolor y el infortunio. En los comienzos de su ministerio sufrió un conjunto de disturbios orgánicos que transformaron su vida en una carga opresiva y aplastante. Sufría de dispepsia, insomnio y postración nerviosa». Aun así, ya viudo y con dos hijos a su cargo, trabajó incansablemente para que la obra adventista se estableciera en Europa. «Andrews no se asemejaba a un vaso de cristal o porcelana. Soportó las presiones y opresiones de la vida con la resistencia propia de una pieza de acero» (Enoch de Oliveira, La mano de Dios al timón, págs. 224, 226). Después de haber padecido tuberculosis, enfermedad mortal del siglo XIX, con 54 años descansó en el Señor.

Ya han pasado más de ciento setenta años de los comienzos del adventismo y todavía seguimos esperando. ¿Te has preguntado si seguimos los adventistas tan entusiasmados con el regreso de Jesús? ¿No será que por vivir en nuestras «casas artesonadas» nos hemos olvidado de que Cristo está por volver? ¿Qué representan las «casas artesonadas»? Estas representan toda tarea, trabajo o gusto personal que nos impide realizar la obra de Dios.

Procuremos en este día contarle al menos a una persona la razón de nuestro nombre y no dejemos que las «casas artesonadas» de esta tierra nublen nuestra visión: recibir como Rey de reyes a nuestro Salvador.

Radio Adventista

View all contributions by