Domingo 25 de diciembre. Matutina para damas – “Tregua de Navidad”
«El Espíritu del Señor […] me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor» (Luc. 4: 18-19).
“Honraré la Navidad en mi corazón y trataré de mantenerla todo el año”. Charles Dickens
«FELIZ NAVIDAD». Qué fuera de lugar puede resultar este saludo cuando nuestro mundo está que se cae a pedazos: guerras, crisis económica, amenazas terroristas, calentamiento global, terremotos… Lo que necesitamos es una tregua a tanto desconcierto.
Allá por el año 1914, en plena Primera Guerra Mundial, se produjo lo que se conoce históricamente como «Tregua de Navidad». La noche del 24 de diciembre las tropas alemanas comenzaron a decorar sus trincheras y a cantar villancicos, proponiendo con ese gesto un breve alto el fuego movido por el espíritu cristiano. Inmediatamente las enemigas tropas británicas, atrincheradas al otro lado, respondieron cantando los mismos villancicos en inglés. Comenzó un intercambio de saludos entre los dos bandos en conflicto y, cuando vinieron a darse cuenta, habían creado una tierra de nadie en la que se entregaron unos a otros pequeños regalos. Durante toda la noche, la artillería permaneció silenciosa. Gracias a aquella tregua, los caídos pudieron ser recuperados del campo de batalla y sus cuerpos respetuosamente enterrados con ceremonias a las que asistieron soldados de ambos — bandos, que lloraron juntos tan dramática pérdida e inhumana situación. Aquella fue una muestra total de respeto en el más atroz de los conflictos y la peor de las circunstancias.
Cien años después, los conflictos y las dificultades sociales y personales siguen siendo la tónica dominante de quienes escribimos la historia, y de nuevo esta celebración cristiana vuelve a llamarnos a esa tierra de nadie de la solidaridad y la paz cristianas que pueden existir incluso en las peores circunstancias. Vuelve a recordarnos que hace mucho tiempo, por allá por Belén Jesús vino a mostrarnos su respeto, a darnos dignidad, a llorar con nosotros y devolvernos la esperanza.
Pero Jesús no vino a traer una tregua de un día, sino la tregua como modo de vida, el alto el fuego como forma de ser: no hostilidad, total solidaridad con amigos y enemigos, verdadera libertad en Dios. Ese es el espíritu de la Navidad. Y por eso yo te deseo sinceramente y de todo corazón, no solo en estas fechas sino para el resto de tu vida: ¡Feliz tregua de Navidad!