Sábado 10 de diciembre. Matutina para damas – “Más allá de esta vida”
«Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna» (Juan 6: 27, RV95).
“Nuestra vida presente es el Cristo del cual saldrá nuestra vida futura”. Henri Lacordaire
TRAS UN GRAVE ACCIDENTE que sufrió, y que lo dejó al borde de la muerte, Henri Nowen se recuperó increíblemente bien de la tragedia, y sus amigos comenzaron a felicitarlo por ello, a expresarle la alegría que sentían de verlo de nuevo con la misma salud física y mental de antes. Sin embargo, él no analizaba su recuperación de la misma forma en que lo hacían ellos. Nowen se preguntaba si estar bien era realmente lo mejor para él; si no hubiera sido preferible haber muerto, para encontrarse así más cerca de la vida eterna con Dios.
«Nadie de los que me escribieron, llamaron, enviaron flores o me visitaron sugirió siquiera que mi vuelta a la vida de siempre no era necesariamente lo mejor que podría haberme ocurrido tras el accidente. Nadie me dijo: “Debe de haber sido una decepción para ti tener que seguir aquí, pero como compañero tuyo de viaje que soy, te doy la bienvenida una vez más a las luchas de la vida en esta tierra”», cuenta Nowen.* En su experiencia extrema se dio cuenta de que, para la mayoría de la gente moderna, es preferible la vida aquí en esta tierra, a cualquier costo, antes que la muerte; incluso si el costo es volver a sufrir tentaciones, pruebas y circunstancias que pueden marcar su destino eterno.
Esto me lleva a reflexionar sobre cómo percibimos nosotras la muerte. Creo sinceramente que la vemos como el peor de los males; que no hallamos consuelo cuando llega, para nosotras o para los nuestros, porque nos aferramos a la vida en este crisol como si fuera la única realidad que existiera. Pues bien, no lo es. Ni es la única, ni es la mejor.
Sé que a veces no resulta fácil pasar de un concepto teórico de las cosas a una verdadera vivencia de aquello que decimos creer. Si lográramos dar este paso respecto a este tema, veríamos la vida aquí con otra perspectiva. Comprenderíamos que la esperanza de la vida eterna es lo más valioso que tenemos. No puede ser preferible esta vida pasajera a cualquier costo, que la vida futura junto a Dios.