Lunes 30 de Mayo – Alabando solo a Dios II – Matinal para Jóvenes

Yo, señor, te alabaré entre los pueblos; te cantaré salmos entre las naciones (Salmos 108:3).

ESTABA DANDO UN SEMINARIO DE APOCALIPSIS y ese viernes llegó un conjunto para dar un mini concierto de música cristiana. Las cuatro primeras alabanzas fueron realmente hermosas y elevaron el espíritu de toda la grey. La última, desentonando con las primeras, fue una música folklórica argentina con letra cristiana. Se sintió en la congregación la diferencia y el espíritu con el que pasó a predicar no era el apropiado para la casa de Dios.

Al finalizar el tema de esa noche, la directora de música de esa iglesia me preguntó: «Pastor, ¿te gustó la última alabanza?». Hubiera deseado darle una respuesta positiva, pero mientras escuchaba esa canción sentí que estaba en un recital folklórico, no en un templo.

La música mundana invade todos los rincones de nuestra sociedad y muchas veces también llega a nuestros templos. Ritmos, melodías y formas de expresarse que solo exaltan al hombre ya su voz, tristemente llegan a las iglesias a través de personas que olvidan el propósito de la alabanza cristiana.

El versículo de hoy, así como una gran cantidad de Salmos, nos recuerda que el Señor tiene que ser el centro y el objeto de toda alabanza. Los templos que permiten que haya música mundana con letra cristiana, definidos su lugar de culto en una discoteca. Dios no puede aceptar una adoración dividida. O toda la alabanza es para él, o toda es para el hombre. La mezcla de lo santo y lo profano, hace que todo sea profano.

Elena White habla de la música israelita en el período de los profetas y menciona algunas características que los grupos actuales seguramente recordarán si buscan alabar a Dios: «El arte de la melodía sagrada era diligentemente cultivado (en las escuelas de los profetas). No se oía el frívolo vals ni la canción petulante que ensalzaba al hombre y apartaba la atención de Dios, sino sagrados y solemnes salmos de alabanza al Creador, que engrandecían su nombre y repetían sus obras maravillosas. De ese modo se hacía servir a la música para un propósito santo: dirigir los pensamientos hacia lo que era puro, noble y elevar y despertar en el alma devoción y gratitud hacia Dios» ( Consejos para la iglesia , p. 306).

¿Sueles alabar a Dios? La música que escuchas, ¿alaba directamente a Dios o está mezclada con música bailable? ¿Te estás preparando para vivir eternamente, alabando solo y exclusivamente a Dios? Este tiempo de vida que el Creador nos da, debería ser suficiente para cultivar nuestro gusto musical donde él sea el centro de toda alabanza.

Radio Adventista

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