Lunes 21 de Septiembre – JULIO VERNE – Devocional para Jovenes

Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor. Romanos 8:39.

Dios te ama de tal manera que si decidieras huir de él, te seguiría. Te buscaría, como lo hace un pastor con su oveja perdida. Te buscaría, como un padre al hijo que se ha fugado de casa. Te seguiría el rastro hasta encontrarte. Hará por ti lo que hizo Pierre Verne, de Chantenay, Francia, por su hijo Julio.

El niño, de once años de edad, abandonó el hogar cierta madrugada, con un bulto pequeño que contenía algunas pertenencias. No había avanzado mucho cuando una vecina lo llamó:

-¿Julio, adonde vas tan temprano?

-¡Shhh! -le respondió llevándose un dedito a los labios.

-¿Por qué? ¿Qué sucede?

-¡Nada! -respondió Julio, y salió corriendo antes que le siguiera preguntando.

Pronto llegó a un “Café” cerca de los muelles, donde le entregó todos sus ahorros a un niño de aproximadamente su misma edad.

-Ve con esos hombres -le ordenó el niño, señalando a unos marineros que desayunaban en una mesa cercana.

Julio se acercó a la mesa y se presentó:

-Soy el nuevo grumete.

Ellos lo miraron, y asintieron con la cabeza.

-¡Síguenos! -le dijeron.

El barco pronto zarpó hacia las Indias Occidentales. Sin embargo, Julio no tuvo oportunidad de disfrutar de su viaje, porque tenía mucho trabajo que hacer. Debía lavar los platos y llevar los alimentos al capitán y a la tripulación. Lo mantuvieron ocupado subiendo y bajando las escaleras de un nivel a otro. Antes de su primera parada, Julio hubiera deseado de todo corazón nunca haber abandonado la comodidad de su lindo hogar.

Cuando el barco atracó en Paimboeuf, se le permitió subir a cubierta. Vio que todos estaban emocionados por causa de un buque de vapor que bajaba por el río. Lo vio dirigirse a los muelles y atracar junto al barco donde estaba él. Al acercarse el buque, Julio se frotó los ojos, pues no creía lo que estaba viendo. Allí, en primera fila, ¡estaba su padre! Lo saludó, y este le contestó el saludo. Sintió que realmente estaba contento de que su padre lo encontrara. La vida de grumete no era tan emocionante como había esperado.

Radio Adventista

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