Lunes 20 de Julio – Una buena medicina – Devocional para Adultos

«El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu triste seca los huesos»(Proverbios 17:22).

Por lo general, cuando nos enfermamos recurrimos a algún tratamiento con el fin de recuperar la salud. Un tratamiento o terapia, en medicina, se refiere al conjunto de procedimientos cuyo objetivo es la curación o el alivio de las enfermedades. Una de las terapias más difundidas es la farmacológica, que consiste en aliviar los síntomas con medicamentos. Frecuentemente, este tipo de terapias conlleva efectos secundarios; y en relación con su uso, existen algunos datos verdaderamente sorprendentes. ¿Sabías que más de la mitad de los medicamentos se recetan o venden de manera inapropiada? ¿O que el 50% de los pacientes no toma los medicamentos de la manera correcta? Como imaginarás, el uso indebido de los medicamentos puede tener efectos nocivos para la salud.

La cita bíblica de hoy prescribe un medicamento muy eficiente que no provoca efectos secundarios negativos. Por el contrario, aquellos que lo utilizan, ríen con más frecuencia y aumentan las defensas de su organismo. La alegría tiene un fabuloso poder restaurador. Esta potente medicina se puede encontrar en sus versiones más básicas produciendo risa a través del humor. Dice el conocido poema Reír llorando, de Juan de Dios Peza, que teniendo presente el potencial del humor hasta el médico más afamado ha recetado esta terapia con la certeza de que levantará al más acongojado de sus pacientes. Sin embargo, la alegría producida por el humor es superficial, y resulta ser poco efectiva, por ejemplo, frente a los mismos humoristas.

Por el contrario, en sus versiones más potentes, la alegría que va más allá de la risa ligera, tiene un poderoso efecto no solamente sobre la salud física, sino también sobre la fortaleza mental y espiritual de las personas. El rey David probó este tipo de alegría en diversas situaciones, incluso cuando atravesaba conflictos y dificultades (Salmos 35:9; 43:4). Sintió e inspiró alegría al animar a otros mediante el canto y la alabanza (Salmos 95:1). Manifestó alegría al confiar en la misericordia divina, a pesar de sus propios errores (Salmos 94:19). Y, sobre todo, experimentó un profundo gozo al reconocer la presencia de Dios en su vida (Salmos 21:6).

Esta prodigiosa medicina está disponible también para nosotros. A través de la comunión diaria, la presencia de Dios puede llenar de gozo el corazón y producir efectos saludables en el cuerpo entero. «Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza; entonces dirán entre las naciones: “Grandes cosas ha hecho Jehová con estos”. Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; estaremos alegres» (Salmos 126:2-3, RV1960).

Radio Adventista

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