Blasfemará contra el Altísimo, y quebrantará a sus santos; y hasta intentará cambiar los tiempos y la ley, pues le serán entregados durante un tiempo, y tiempos, y medio tiempo (Daniel 7:25).
¡QUÉ IMPORTANTE ES LA UNIDAD ENTRE LOS HIJOS DE DIOS! Un pueblo dividido jamás podrá representar el carácter de Jesús, por eso, en aquella última oración junto a sus discípulos, el Maestro expresó: «Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste» (Juan 17:21). El mundo creerá que Jesús nos envió si permanecemos unidos.
Esta unidad que expresó Jesús, ¿debe hacerse a cualquier precio? Las Escrituras nos amonestan: «No se unan con los incrédulos en un yugo desigual. Pues ¿qué tiene en común la justicia con la injusticia? ¿O qué relación puede haber entre la luz y las tinieblas? ¿Y qué concordia tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común el creyente con el incrédulo?» (2 Corintios 6: 14-16). No podemos ni debemos unirnos con otros que no tengan la Palabra de Dios como única norma de fe y práctica para sus vidas.
A todo esto, cabe destacar que actualmente hay denominaciones y grupos religiosos que están haciendo todo lo posible para lograr la unidad. Eso nos pone en un aprieto. Los adventistas hemos estudiado que las características del cuerno pequeño de Daniel 7 y 8 se ajustaron con dificultad a la obra que la Iglesia de Roma ha venido haciendo en los últimos dieciséis siglos. «En el Catecismo, el anticristo se revela inconfundiblemente. Todo lo que Cristo ha hecho por nosotros, o está haciendo por nosotros ahora, ha sido usurpado por Roma que tomó para sí, por medio de su propio sistema jerárquico-sacramental, las prerrogativas que pertenecen a Cristo y solamente a Cristo. Esa es la esencia de la actividad del cuerno pequeño en Daniel 8 (la usurpación), la que se expresa plenamente en blanco y negro en el Catecismo» (Clifford Goldstein, El gran compromiso . p 114).
Cuando todas las denominaciones se unan y busquen establecer al domingo como único día de reposo, ¿cómo seremos considerados los que nos negamos a la unidad? ¿Cómo nos verá el mundo religioso si nos rehusamos a unirnos con quienes blasfemaron contra el Altísimo y cambiaron los tiempos y la ley?
Cuán importante es ahora, en tiempos de libertad religiosa, tomarnos duro de la mano de Cristo, para que ni las presiones, ni las amenazas ni el martirio nos lleven a abandonar nuestra fe. Como está profetizado el pequeño cuerno hará su obra, pero nosotros, ¿nos dejaremos arrastrar por él?