Lunes 27 de junio – Los cinco lenguajes del amor – 4. Matutina para mujeres
«Sírvanse los unos a los otros por amor» (Gál. 5: 13).
“El que no sirve para servir, no sirve para vivir”. Teresa de Calcuta
EL AMOR se expresa mediante actos de servicio. Servicio desinteresado, servicio por amor, servicio «con amor», como aconsejó el apóstol… Esta clase de servicio no tiene nada que ver con las «obligaciones culturales», con los patrones de conducta sobre hombres y mujeres que hemos aprendido y que a menudo trasladamos al matrimonio.
Cuando albergamos estereotipos respecto a las funciones que corresponden al hombre y las que pertenecen a la mujer corremos el riesgo de entender que existen ciertos actos de servicio que no hemos de realizar, porque ceder a ellos supondría rebajarnos o humillarnos ante el hombre. Pero ¿qué sucede si el principal lenguaje del amor de tu pareja le hace esperar actos de tu parte que chocan con tus conceptos? ¿O si él concibe los roles dentro del matrimonio de manera diferente a la tuya? Lo importante es tener esa disposición al servicio que le indique a él que lo amas, y que deseas dar expresión a tu amor de la manera más eficiente y constructiva para ambos.
Un servicio basado en preconceptos culturales puede conducir, años después, al resentimiento o a culpabilidades que hagan daño a los dos. Lo mismo sucede con las expectativas. Por eso, el principio del que estoy hablando es el de servir sin esperar nada a cambio, simplemente porque amas a tu esposo y quieres invertir en tu matrimonio de la manera más inteligente y cristiana posible. Digo cristiana porque fue Jesús quien se ciñó una toalla y tomó una palangana para mostrarnos su amor en el lenguaje del servicio.
Pedro, el gran líder de la iglesia cristiana, tenía preconceptos respecto a los actos de servicio que resultaban inapropiados para un maestro. Por eso, asombrado ante la «acción humillante» de su Maestro, preguntó: «¿Tú me vas a lavar los pies a mí?». «Jesús le contestó: “Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás”. Pedro le dijo: “¡Jamás permitiré que me laves los pies!”» (Juan 13: 6-8). Si tú también has llegado a la conclusión de que «jamás» harás esto o aquello por tu esposo, de que «jamás» te humillarás, lo más probable es que tengas un concepto equivocado del servicio. Aprende de Jesús, al igual que aprendió Pedro, y sirve a tu esposo con amor, sin prejuicios y sin orgullo.