Si ahora ustedes prestan oído a mi voz, y cumplen mi pacto, serán mi tesoro especial por encima de todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece (Éxodo 19: 5).
A LO LARGO DE MI MINISTERIO tuve la oportunidad de conversar con muchas personas que fueron golpeadas por la vida. He tenido que escuchar de labios de sus protagonistas a personas que fueron maltratadas físicamente en sus hogares, abusadas sexualmente en su infancia y juventud, personas que se casaron para formar una familia y en realidad se casaron con un problema, y personas que escuchan cada día que «no valen». Admito que es doloroso escuchar historias donde el sufrimiento es la constante en la vida de sus protagonistas.
Cuando esas personas llegaron al evangelio, lo hicieron porque en la Biblia encontraron a un Dios de amor y pudieron ver con claridad que no era Dios el autor de su maltrato. El gran conflicto librado en este mundo entre las fuerzas de bien y del mal se había mostrado en sus vidas, y ellas comprendieron que fue el enemigo quien estuvo detrás de cada situación dolorosa.
Carlos, un hombre que le tocó vivir diversas situaciones angustiantes antes de conocer al Señor, redactó una carta en la que puso a Dios como al autor de la misma. A continuación, expongo parte de esa carta: «Amado hijo: tú eres un ser humano, eres mi milagro. Eres fuerte, capaz, inteligente, lleno de dones y talentos, a tal punto que puedes contarlos y entusiasmarte con ellos. Reconócete. Encuéntrate. Acéptate. Anímate y piensa que desde este mismo instante puedes cambiar tu vida para bien […] Aprende a sentir mi presencia en cada acto de tu vida. Crece un poco más en el optimismo y en la esperanza. Deja atrás los miedos y los sentimientos de derrota. Yo estoy a tu lado siempre. Llámame. Búscame […] usa tus dones y cambia tu vida, contagiando esperanza, optimismo y bondad sin temor, porque siempre […] siempre estoy a tu lado. Dios» (Bernardo Stemateas, Aconsejamiento pastoral, p. 294). Estoy seguro que nuestro buen Dios le escribiría una carta así a cada uno de sus hijos que sufrió siendo inocente.
Y en tu caso personal, ¿fuiste golpeado por la vida? ¿Sentiste alguna vez que no valía la pena vivir? Los que estuvieron a tu lado, ¿mostraron que no te amaban? Quienes escuchamos la voz de nuestro Padre y guardamos su pacto, formamos parte de su especial tesoro. No importa lo que otros te hayan dicho o te digan, eres especial para Dios. Créelo y acepta el versículo de hoy con fe.