Domingo 20 de Diciembre – Eternamente Salvo – Devocion Matutina para Adultos 2020

«Israel será salvo en Jehová con salvación eterna; nunca jamás os avergonzaréis ni seréis afrentados» (Isaías 45:17).

Eran las tres de la madrugada cuando Carlos se encontraba en medio de la carretera, esperando que algún vehículo lo llevara. Hacía frío y una débil lluvia mojaba su chaqueta. El pavimento negro combinaba con la noche oscura, mientras que unas débiles luces permitían vislumbrar el entorno. A pocos metros, un canal insignificante repleto de deshechos albergaba insectos y roedores. Unos sauces llorones derramaban sus ramas tristes a los lados del camino. Cerca de allí, una fábrica expulsaba generosamente su humo, y el motor de un camión completaba la música de fondo. Pero Carlos no estaba triste ante este lúgubre escenario. Su mente ágil y entusiasta no hacía más que pensar en lo que, confiado en las promesas divinas, pronto gozaría. En vez de asfalto negro, recorrería una calle de oro (Apocalipsis 21:21). Un río de aguas cristalinas, provenientes del trono de Dios, prodigaría el agua de vida (Apocalipsis 22:1); y a sus lados, el árbol de la vida dando su fruto y sus hojas para la sanidad de las naciones (vers. 2). Nunca más vería la noche, porque Dios mismo lo iluminaría, y reinaría con él por toda la eternidad (vers. 5).

¿Será verdad lo que imaginó? ¿Crees en ello? Si bien Dios nos anima a vivir por fe, también nos exhorta a utilizar el razonamiento, con el fin de tomar las mejores decisiones. En este sentido, podemos decir que, básicamente, existen dos opciones lógicamente posibles en relación con Dios (y la Tierra Nueva): es verdad o no lo es. Por otro lado, existen dos posibilidades en cuanto a tus creencias: crees o no crees. Ahora bien, si combinamos cada una de estas posibilidades obtendremos lo siguiente:

  1. Imagina que no es verdad, pero tú crees que sí: el resultado será vivir una vida como la de Carlos. Habrás vivido con esperanza, pero creyendo en una ilusión; así que, al morir, esta perecerá contigo.
  2. Ahora imagina que no es verdad y tú tampoco crees. En este caso, tendrás una vida sin esperanza, y tal vez, también sin sentido.
  3. Veamos la tercera opción. Imagina que es verdad, pero tú no lo crees. En este caso, habrás vivido sin esperanza y, finalmente, lo habrás perdido todo.
  4. Por último, imagina que todo es verdad y tú crees en ello. ¿No es maravilloso? Habrás vivido con esperanza y, cuando llegue el momento, ¡habrás ganado todo y serás eternamente salvo!

Depende de ti creer o no creer. Depende de ti ejercitar la fe. Reflexiona, usa la lógica y decide. La salvación eterna merece tu consideración.

Radio Adventista

View all contributions by