Sábado 23 de Abril – Sorprendió a Jesús – Devocional para Jóvenes

Tan pronto como una mujer, cuya hija tenía un espíritu impuro, supo que él había llegado, fue a su encuentro y se arrojó a sus pies (Marcos 7: 25).

¡QUÉ DESESPERANTE DEBE SER PARA UNA MADRE tener una hija poseída por un demonio! Aunque esto pueda parecer salido de una película de terror, este fue el caso de una mujer que vivía en la región de Tiro y Sidón y que al saber que Jesús pasaba por allí lo buscó.

La contestación de Jesús, el Dios-hombre que caminó en este mundo, no deja de asombrar por lo que pareció una respuesta fría y exclusivista: «Primero deja que los hijos queden satisfechos, porque no está bien quitarles a los hijos su pan y echárselo a los perritos» (Mar. 7:27). «Los judíos no se referían a los no judíos como perros, como han dicho algunos comentaristas. Más bien, Jesús llega a su enseñanza por medio de una ilustración, como lo hacían los sabios de su época […] en la Palestina Judía, los perros eran considerados carroñeros, pero en las casas pudientes influenciadas por las costumbres griegas (mejor conocidas por la mujer sirofenicia), los perros a veces era mascotas […] Jesús está diciendo que no va a sanar de la manera que lo hacían los magos paganos; quiere que ella demuestre su fe, específicamente fe en la supremacía del Dios verdadero” (Craig Keener, Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo Testamento, pp. 149-150).

La mujer captó rápidamente la ilustración y demostró fe en el Dios de Israel al decir: «Es verdad, Señor. Pero hasta los perritos comen debajo de la mesa las migajas que dejan caer los hijos» (Mar. 7:28). ¡Qué gran contestación! Con su respuesta, sorprendió a Jesús quien le dijo: «¡Ah, mujer, tienes mucha fe! ¡Que se haga contigo tal y como quieres!» (Mat. 15:28). Ella estaba segura que con solo tener «las migajas» del poder milagroso de Jesús su hija sería liberada.

Vivimos en tiempos que impera un secularismo recalcitrante y todo parecería indicar que tiene que pasar por la razón para que pueda resolverse. Los hijos de Dios no estamos exentos de ser influenciados por ese pensamiento secular y de desplazar la fe de nuestros corazones. Si la mujer sirofenicia hubiera razonado, no habría tenido motivos para ir a Jesús. Ella era extranjera, los dioses de su nación eran diferentes al Dios de Israel y la respuesta de Jesús debería haberla convencido que no merecía el milagro. Sin embargo, su poderosa fe pasó por encima del razonamiento humano y demostró confiar en Jesús como lo hace un niño con su padre.

Radio Adventista

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