«Recuerda que desde niño has leído la Biblia, y que sus enseñanzas pueden hacerte sabio, para que aprendas a confiar más en Jesucristo y así seas salvo» (2 Timoteo. 3:15, TLA).
Una hermana que estaba pasando una difícil situación, decidió un día llamar al pastor de su iglesia para que fuera a visitarla y orara por ella. Esta La mujer sentía que necesitaba las oraciones inmediatas del pastor. En cuanto el ministro entró por la puerta de la casa, ella le dijo:
— Pastor, ore por mí.
-Hermana -le respondió él con voz pausada- es necesario que leamos primero la Biblia antes de orar.
—No se preocupe, pastor, yo siempre leo mi Biblia -comentó ella—, pero ahora lo que necesito es que ore por mí y por el problema que tengo.
El pastor, insistentemente, le indicó que trajera su Biblia para escuchar primero la voz de Dios a través de su Palabra; después ya tendrían aquella oración tan anhelada. Cuando, por fin, ella aceptó el orden de los factores y fue a buscar su Biblia, se oyó desde la sala una exclamación proveniente del cuarto:
—¡Mis lentes! Gracias, Señor, llevaba dos meses buscándolos.
Los lentes de aquella mujer estaban dentro de su Biblia, y hacía dos meses que no la había leído porque no los encontraba. Perder un objeto personal no tiene mucha importancia, pero perder el hábito de leer la Biblia todos los días marcará tu vida. No permitas que eso suceda, porque es a través del conocimiento de Dios que deriva de la lectura de la Biblia como te conoces a ti misma y aprendes a tomar las decisiones más importantes.
El versículo 2 Timoteo 3:15 te dice «recuerda»; no olvides leer tu Biblia; no dejes pasar ni un solo día sin ese alimento espiritual básico. Y las razones que da para ello debes recordarlas también, son estas tres:
- Porque las enseñanzas de la Biblia son la única fuente de la verdadera sabiduría. ¿No te gustaría ser sabia?
- Porque es a través de ella que se puede conocer a Cristo, por tanto de ella deriva la confianza en él.
- Porque, finalmente, en el conocimiento de la Palabra se encuentra la salvación, pues ella es la que da testimonio de Cristo, nuestro Salvador.
Que nada ni nadie te aparte de la lectura diaria de la Biblia, para que no te encuentres perdida en el camino, ni hoy ni nunca.