Jueves 27 de octubre. Devoción matutina damas – “Helen Roseveare”
«Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame» (Mat. 16:24).
“El que pierda la vida por causa mía, la encontrará”. Jesús
HAY MUJERES QUE nos dejan sin palabras. Contar simplemente su historia, sin añadir nada más, es en sí un enorme testimonio a favor del bien. Este es el caso de Helen Roseveare. Nacida en Inglaterra en 1925, Helen estudió Medicina en la Universidad de Cambridge, donde se convirtió, y posteriormente se trasladó como misionera médica al Congo, en plena época de inestabilidad política. Una noche su sueño se vio sobresaltado por la visita de seis soldados rebeldes. Completamente borrachos, comenzaron a insultarla y a descargar su ira contra ella. «¡¡¡Desnúdese!!!», le exigió el cabecilla. A lo que ella se negó. Pero no le sirvió de mucho. Tras un intento de huida, Helen fue capturada y brutalmente violada por aquellos hombres. Lo único que le ayudó a sobrellevar un trago tan amargo fue el pensamiento de que Cristo también fue golpeado, insultado y, finalmente crucificado. Helen sintió la presencia divina a su lado. Durante cinco duros y largos meses Helen fue prisionera de las fuerzas rebeldes y sufrió palizas y violaciones. Finalizado el tormento regresó a Inglaterra, pero solo momentáneamente. Volvió al Congo dos años después, convencida de que aquella era la misión que Dios tenía para ella. ¿Cómo logró superar los malos recuerdos? Solo con la ayuda de Dios.
Cuando abandonó ese país en 1973, había establecido una escuela de Enfermería, cinco centros de salud y más de cincuenta hospitales rurales.
El precio del compromiso puede ser elevado. Cuesta comprender que haya que renunciar a tanto para cumplir una misión; pero así es nuestro mundo. A nuestro alrededor hay mujeres que han sido violadas, que sufren abuso físico y verbal; hay muchas personas que crecen en la miseria y en la ignorancia, distanciadas de un Dios que quiere darles esperanza. ¿Dejar la comodidad que gozamos para comprometernos con ellos sin saber qué peligros correremos o a qué tendremos que renunciar? Sin duda, una decisión difícil de tomar. Pero a lo mejor eso es lo que hace falta para que podamos realmente comprender lo que nos rodea y amar de verdad.
Ejemplos como el de Helen son admirables. Nos llevan a replantearnos nuestras prioridades y a evaluar nuestro nivel de compromiso. Seguir a Jesús es solo para valientes.