El arte de hacer valer el rango
“Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté” (Juan 14: 3).
Existe un arte y un protocolo para dirigir reuniones, tal como Reglas de Orden de Robert; etiqueta para comunicaciones escritas y por correo electrónico; e incluso, para la manera correcta de vestir una mesa. También hay arte en dar y en recibir. No solo hay que enseñar estas habilidades, sino también reforzarlas en cada oportunidad. Tengo una inclinación natural hacia la etiqueta en la mesa, la cual se ve reforzada cada vez que me toca organizar un evento: cucharitas en los platillos, cuchillos a la derecha del plato, tenedores a la izquierda; todo es parte de esta organización.
Nunca me podía haber imaginado, que un día, una pequeña de siete años me enseñaría el “arte de hacer valer el rango”. Mi hermana mayor trabaja con diligencia con mis sobrinas, a fin de mantener vivo el arte de escribir cartas. Ella y las niñas pasan horas buscando el papel de carta adecuado, que las represente a ellas, su estilo y su personalidad. Sobre este papel cuidadosamente seleccionado, aprenden a escribir encabezados, saludos, estructura e, incluso, puntuación. Un domingo, dedicaron tiempo al arte de escribir cartas. Fue entonces que mi sobrina de siete años escribió una carta para su tía en Bermuda, expresando sus pensamientos. Comenzó la carta con los saludos apropiados; pero después, sin perder el tiempo, pasó al contenido, expresando su posición de “sobrina preferida”. Luego, selló el acuerdo con un sello divino, al escribir: “Esto queda entre Dios, tú y yo”. Aunque me encontré riendo ante este nuevo arte que mi sobrina me presentó, me deleité al pensar que todavía mantenía una posición de importancia y amor.
Parece que no hace tanto tiempo leí sobre una madre que hizo valer su rango para poner a sus dos hijos a la izquierda y la derecha de Jesús. También, pensé en que, cuando estás en un pueblo o ciudad desconocido y tratas de llegar a cierta dirección usando el GPS, la ubicación es muy importante.
Sin embargo, la posición no es relevante en el Reino de Dios. Y Jesús declara: “Pero muchos de los primeros serán últimos, y muchos de los últimos serán primeros” (Mat. 19: 30). Con seguridad, debemos preocuparnos más por servir que por el rango que tenemos, ya que el mayor deseo de Dios es que lleguemos al Reino, donde podremos disfrutar de nuestras posiciones como hijos e hijas de Dios. Allá no habrá rangos que resaltar.
LADY DANA AUSTIN