Viernes 9 de febrero “¡SELAH!” Matinal para Damas

¡SELAH!

“En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas” (Sal. 119: 15).

Selah. Un término que a menudo pasamos por alto cuando nos encontramos con él al leer Salmos, o que ignoramos completamente para pasar a información más “interesante”. Muchos de nosotros ni siquiera lo leemos cuando estamos leyendo en voz alta. Al igual que muchas otras cosas en la vida que seguramente nos salteamos, Selah tiene un significado profundo e ineludible. Muchos creen que es una pausa exagerada para meditar sobre lo que se dijo con anterioridad, y darle énfasis a lo que está por venir.

En un mínimo irreductible de explicaciones, Selah se puede comparar con el momento en que al fin muerdes un trozo de chocolate después de haber deseado hacerlo por varias horas: haces una pausa para saborear lo delicioso que es. Cuando el martillo golpea el blanco equivocado y gritas de dolor, la sensación calmante del agua fría corriendo sobre tu dedo adolorido te da esperanza. ¡Selah! Cuando finalmente puedes ir al baño luego de esperar un largo rato… ¡qué alivio! Y cuando has esperado pacientemente a que el amor de tu vida llegue a casa de un viaje, y te sorprendes porque llegó antes de lo que pensabas y ¡con regalos!, quedas inmóvil por un momento, abrumada por una mezcla de entusiasmo, felicidad, incredulidad y gratitud. ¡Selah!

En todas estas experiencias, tienes que hacer una pausa, detenerte por un momento y meditar sobre lo que acaba de ocurrir, de tal modo que puedas participar de lo que viene.

Aquí hay algunos de esos versículos de Salmos en los que hay que pausar y reflexionar:

“Perdonaste la iniquidad de tu pueblo y cubriste todos sus pecados”. Selah (85: 2).

“Da a tus fieles la señal de retirada para que puedan escapar”. Selah (60: 4).

“Confía siempre en él, pueblo mío, ábrele tu corazón cuando estés ante él. Dios es nuestro refugio” Selah (62: 8).

“Tuya es, Señor, la salvación; ¡envía tu bendición sobre tu pueblo!” Selah (3: 8).

“¿Quién es este Rey de la gloria? Es el Señor Todopoderoso; ¡él es el Rey de la gloria!” Selah (24: 10).

Espero que cada una de nosotras pause por un momento hoy para meditar sobre las promesas de la Palabra de Dios. Elijamos habitar en su presencia hoy, y confiar en él en cada cosa que emprendamos. Yo proclamo: “Solo tú eres mi Dios”. ¡Selah!

SHANTER H. ALEXANDER

Radio Adventista

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