¿DIOS O BAAL?
«Elías, acercándose a todo el pueblo, dijo: “¿Hasta cuándo vacilaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, id en pos de él”. Y el pueblo no respondió palabra». (1 Reyes 18: 21).
LA APOSTASÍA que había en Israel era resultada del proceder de varios años en la idolatría. Una generación tras otra había rehusado enderezar sus pasos.
En los días de Elías, lsrael se había apartado de Dios. Se aferraba a sus pecados y rechazaba las amonestaciones del Espíritu enviadas por medio de los mensajeros del Señor. Así se había apartado del conducto por medio del cual podía recibir la bendición de Dios (E. G. White, El Deseado de todas las gentes, pág. 223).
Durante los largos años de sequía y hambre. Elías rogó fervientemente que el corazón de Israel se tornase de la idolatría a la obediencia a Dios. Pacientemente aguardaba el profeta mientras que la mano del Señor apremiaba gravosamente la tierra castigada. Mientras veía multiplicarse por todos lados las manifestaciones de sufrimiento y escasez, su corazón se agobiaba de pena y suspiraba por el poder de provocar una presta reforma. Pero Dios mismo estaba cumpliendo su plan, y todo lo que su siervo podía hacer era seguir orando con fe y aguardar el momento de una acción decidida» (White, Profetas y reyes, pág. 97).
Elías le dijo a Acab, rey de Israel: «Manda, pues, ahora a que todo Israel se congregue en el monte Carmelo, con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel» (1 Reyes 18: 19). Una vez reunidos en el monte Carmelo, Israel fue confrontado en relación al pecado de la idolatría. Allí, Elías, después de haber pasado por varias pruebas, desafió al malvado rey Acab para que a través del fuego quedara establecida la autenticidad del verdadero Dios, y dijo: «Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses; yo invocaré el nombre de Jehová. El Dios que responda por medio del fuego, ese es Dios» (1 Reyes 18: 24).
La pregunta de Elías fue: «¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, id en pos de él» (1 Reyes 18: 21). Así, él desafiaba al pueblo a definir sus convicciones. No era posible vivir vacilando entre la adoración al Señor y a Baal. Cuando ofrecieron el sacrificio a Baal, nunca respondió porque era un dios falso. Cuando Elías ofreció el sacrificio a Dios, fuego descendió del cielo y consumió no solamente el sacrificio, sino la tierra y el agua.
Es muy peligroso vacilar entre el servicio a Dios y el servicio al pecado. Aferrémonos a Jesús, el único Salvador, y a la Biblia, que es la palabra de Dios.