SALOMÉ
CUANDO NADIE TE AGRADECE
También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé. Marcos 15:40.
En el registro bíblico pareciera que, como de paso, se menciona el nombre de Salomé. Mientras Jesús era crucificado, dice la Escritura que ella, junto con las otras mujeres, miraba de lejos. Aunque este gesto ha sido interpretado como un acto de traición, desinterés o cobardía hacia Jesús y su causa, mantenerse alejada era una actitud humana de prudencia y cautela. Como discípulos de Jesús, las mujeres podían ser un blanco fácil para quienes querían ver desaparecer la amenaza que representaba el grupo de seguidores del Maestro. Salomé no era indiferente, ya había probado su valía. Ella había demostrado su apoyo a la causa de Cristo (ver Marcos 15:41).
En cierta ocasión, Salomé se acercó a Jesús y le pidió un lugar privilegiado para sus hijos; ocupar en su reino el asiento a su lado derecho e izquierdo. ¡Qué fácil es interpretar las intenciones! Podríamos decir que Salomé era una oportunista, una ventajosa, una interesada. Pero, ¿acaso no todas las madres quieren lo mejor para sus hijos? Cuán rápido juzgamos las actitudes, los gestos y aun las palabras de nuestras amigas. Estoy segura de que si nosotras hubiéramos estado en la misma situación de Salomé, lo más probable es que habríamos pedido lo mismo.
Nada hay de malo en la ambición genuina de una madre en beneficio de sus hijos. El problema de Salomé era que su ambición venía acompañada de un concepto muy limitado de la misión y el ministerio del Maestro. Jesús no rechazó el pedido. Los hijos de Salomé aún no estaban listos para el mayor privilegio de un discípulo de Cristo: beber la copa del sufrimiento. La Biblia y la historia registran que Santiago fue el primer discípulo que fue martirizado, y Juan el último. Esto me dice que aunque en un principio Salomé estaba interesada en un lugar de honor para sus hijos, junto con su esposo Zebedeo ella hizo un trabajo formidable al apoyar a sus hijos para que se mantuvieran fieles a su Maestro.
¡Cuánto bien se puede hacer trabajando a la distancia, sin el reconocimiento, el aplauso o las luces apuntando hacia nosotras! No te sientas mal si nadie reconoce tu trabajo. ¡Dios sí lo ve! –SS