¡ÉL VIENE!
“Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Lucas 21:28).
Guillermo Miller es uno de los grandes héroes del mensaje del Advenimiento. Su contribución fue profunda para rescatar la gran esperanza que estaba olvidada. Según el doctor Armitage, autor del libro La historia de los bautistas, Guillermo Miller era “un hombre fuerte, de cabeza un tanto larga, con frente alta, de mirada suave y expresiva; y las inflexiones de su voz indicaban una devoción sincera. […] Él ejercía una benéfica influencia en todos los que lo rodeaban, por las muchas virtudes y por el inmaculado carácter”.
Miller era carismático, pero tenía una visión humilde sobre sí mismo. Aunque estaba plenamente convencido de la importancia de su mensaje, él fue renuente para predicar. Después de varias pruebas, aceptó presentar un sermón en la Iglesia Bautista de Dresden. Al volver a casa, recibió otra invitación, y desde ese momento no tuvo más descanso. Le gustaba predicar en iglesias pequeñas, en los campos y en las aldeas. Sin embargo, al final de un culto en Exeter, New Hampshire, en el año 1839, conoció a Josué Himes, pastor de la Iglesia Cristiana de la calle Chardon, en Boston; y esa historia comenzó a cambiar. Debido a la convicción de Miller y a la relevancia del mensaje, Himes lo convenció para ir a grandes centros, como Boston, Nueva York y Filadelfia. En pocos meses, Miller predicó en casi todas las grandes ciudades de los Estados Unidos.
La convicción de este gran hombre de Dios hizo que el mensaje del Advenimiento alcanzara todo el territorio de los Estados Unidos. Cuando el movimiento todavía ganaba fuerza, el 26 de marzo de 1832, Miller le envió una carta al pastor T. Hendryx, confirmando su seguridad. En ese mensaje, él decía: “Los reinos de este mundo en breve serán destruidos por la ‘piedra cortada de la montaña sin auxilio de manos’; será en breve, cuando los pecadores se convertirán”.
El 20 de mayo del mismo año, envió otra carta, con un mensaje aún más fuerte. Tenía la convicción de que el día esperado estaba llegando: “Estoy más y más convencido de que el fin de este mundo está a las puertas. […] ¡Él viene! ¡Él viene! ¡Mire, el Salvador viene! Levanten sus cabezas, santos. ¡Él viene! ¡Él viene! ¡Él viene!”
¡Qué tremenda seguridad! “¡Él viene! ¡Él viene! ¡Él viene!” La expectativa de Miller no se cumplió todavía, pero en poco tiempo será realidad y Jesús regresará. Mantén firme la esperanza, porque quien lo prometió es fiel.