¿CUERPO O PODER POLÍTICO?
“Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él” (7 Corintios 72:27, LBLA).
La historia de Inglaterra está inextricablemente vinculada a sus relaciones con la Iglesia Católica y, luego, a la Iglesia Anglicana, fruto de una segunda ola de reforma en Europa. La principal razón por la que Inglaterra rompió con la Iglesia Católica no fue doctrinal, sino que Enrique VIII necesitaba encontrar un argumento teológico para separarse de Caterina de Aragón, quien solo le había dado una hija, sin perspectivas de un heredero varón. Desafortunadamente para él, Caterina era tía de Carlos V, rey de España y Emperador del Sacro Imperio Romano.
Al no conseguir el respaldo de la Iglesia Católica para anular su matrimonio, Enrique VIII decidió romper con ella en 1534, haciendo que el parlamento lo declarara “Jefe Supremo sobre la tierra” de la Iglesia de Inglaterra. Los siguientes dos siglos fueron un devenir entre los proponentes de una reforma eclesiástica verdadera (como las reformas en Alemania y los Países Bajos), y quienes querían volver al seno de la Iglesia Católica. Dado que la Iglesia de Inglaterra continuó siendo una iglesia del Estado, teología y política siguieron mezclándose durante este tiempo.
El 31 de marzo de 1717, Benjamín Hoadly, obispo de Bangor, predicó un sermón titulado “La naturaleza del Reino de Cristo”, que inició el denominado “Conflicto Bangoriano”. Su texto base fue Juan 18:36, donde Jesús dice: “Mi reino no es de este mundo”. Hoadly abogó por una separación entre Iglesia y Estado, y enfrentó la idea del rey como jefe supremo de la iglesia, junto con obispos y líderes, en una estructura piramidal “divinamente” instituida. Para Hoadly, la iglesia debería responder a la imagen bíblica de un cuerpo, en que el poder está en el laicado, que escoge a sus dirigentes, pero donde estos no poseen prerrogativas superiores a los de cualquier miembro de iglesia.
La posición de Hoadly era sostenida también por los puritanos y varios movimientos “independientes”: iglesias congregacionalistas y bautistas, los cuáqueros, y otros. La Iglesia Metodista, surgida poco después, adoptó una administración eclesiástica más descentralizada, y abogó por la separación entre Iglesia y Estado. Cuando surgió la Iglesia Adventista, fue influenciada por esta visión y, sobre todo, la de la Conexión Cristiana, una iglesia evangélica con ideas similares sobre la organización eclesiástica.
Como Iglesia Adventista, abogamos por la separación entre Iglesia y Estado, y desde nuestros orígenes levantamos la bandera de la libertad religiosa. Nuestra forma de gobierno eclesiástica es representativa, y su estructura se concentra en la misión más que en el poder y la política. Hoy, puedes agradecer a Dios por formar parte de su iglesia, el cuerpo de Cristo, y decidir poner tus dones al servicio de la misión.