Cuatro buenos amigos
«Entonces, entre cuatro, le llevaron un paralítico. Pero como había mucha gente y no podían acercarlo hasta Jesús, quitaron parte del techo de la casa donde él estaba, y por la abertura bajaron al enfermo en la camilla en que estaba acostado». Marcos 2: 3-4
DEFINITIVAMENTE ESOS HOMBRES amaban a su amigo y querían que se sanara. La Biblia no nos da detalles sobre ellos, pero puedo asegurarte que creían en Jesús. Mi historia se asemeja a la de este paralítico. Nací y me crié en la iglesia, pero a los dieciséis años abandoné la iglesia y me fui al mundo. Fue como una enfermedad espiritual, una parálisis espiritual. Me alejé por completo y cada día se me hacía más difícil regresar a los caminos de Dios.
Después de cuatro años, unas amistades me llevaron a una Iglesia Adventista. Quizá notaron que yo estaba enfermo espiritualmente y querían que Dios me transformara. Asistí durante tres años, pero mi vida seguía alejada de Dios. Confieso que escuchaba al predicador hacer el llamado y miraba a mi alrededor a ver quién se pondría de pie; incluso pensaba: «¡Alguien que pase al frente para que el culto termine, tengo hambre!», sin aceptar que ese llamado era para mí.
Luego de tres años de continuar alejado de Dios e ignorar sus invitaciones, él me habló a través de un sueño. Al despertar, decidí cambiar mi vida y servir al Señor. Estuve dos años en la iglesia sirviéndole a medias, sin comprometerme por completo, huyéndole al bautismo, sin estar dispuesto a sacrificarme, pero aun así, estos amigos seguían llevándome a Jesús. El Espíritu Santo continuó trabajando en mi corazón y dos años más tarde tomé la decisión de comprometerme por completo con Dios y bautizarme.
Hoy trabajo a tiempo completo en la obra de Dios. El me transformó en otro hombre. Agradezco a Dios por su perdón, y a los instrumentos que utilizó para llevarme a los pies de Jesús.
La historia está llena de personajes que decidieron ayudar a otros. Dios busca personas que lleven a sus amigos paralíticos espirituales a los pies de Jesús. Busca a tus amigos paralíticos espirituales, esos que no pueden caminar por sí mismo hacia el Señor, y llévalos sin importar los obstáculos y ten fe de que Jesús los transformará.
¡Vamos! ¿Qué esperas?
Francis O´neil Nieves Muñoz
Puerto Rico