Viernes 3 de Junio – Comprometido con Dios – Matinal para Jóvenes

En lo íntimo, Daniel se no contaminarse con la ración de la comida y bebida del rey que se le daba, y le pidió al jefe de los eunucos que no se le obligara a contaminarse (Daniel 1: 8).

LOS ANCIANOS DE ESA IGLESIA me habían pedido, desde hacía algún tiempo, que le hablara a la iglesia en su conjunto sobre la puntualidad y la asistencia los días sábados. Al ver que pasaba el tiempo y yo no lo hacía, uno de ellos me reiteró el pedido y le respondí: «No sé cómo hacerlo. Los sábados que estoy en esta iglesia, todos están a horario y el templo está siempre lleno. Me siento incómodo hablarles de la puntualidad o de la asistencia, cuando veo todo bien». El anciano de iglesia hizo una pausa y me respondió: «Pastor, el problema no ocurre cuando está usted, porque quieren quedar bien delante del pastor. El problema sucede en su ausencia. Como ellos saben de antemano los sábados que usted estará en nuestro templo, esos sábados todos llegan temprano y no falta nadie. Pero venga a nuestra iglesia un día cualquiera, de sorpresa,

Muchos son los que avanzan en su vida cristiana siendo fieles y obedientes solamente ante la mirada humana. Cuando saben que están siendo observados, tienen un comportamiento intachable y parecen excelentes cristianos, pero en situaciones diferentes, su comportamiento y su vida espiritual no muestran un compromiso con Dios.

Daniel hubiera podido actuar así. Lejos de su familia, rodeado de paganos, esclavo en un país extraño y sabiendo que el templo de Dios estaba en ruinas, él hubiera podido dejarse llevar por la corriente. Eran solo alimentos, ¿no sería una gran ofensa rechazar la ración real? ¿Quién notaría si él consumía la comida del rey?

Pero Daniel, lejos de permitir que la influencia pagana lo atemorizara, habló con valentía para que su ración fuera diferente. No quería contaminarse y deseaba mostrar fidelidad y obediencia a un Dios que observaba su comportamiento. El Padre celestial no dejó de recompensar a este fiel hijo suyo, y lo doto de inteligencia y sabiduría que asombraron a la corte babilónica.

Para que el éxito corone los esfuerzos de los hombres y mujeres de este tiempo, es necesario una obediencia fiel a los requerimientos de Dios, más allá de la mirada humana. Esa obediencia nos ayudará a elevarnos hacia el cielo y fortalecerá todas nuestras facultades. Nuestra fidelidad no debe depender de la mirada de un semejante. Es Dios quien nos juzgará y el que vela nuestro accionar. Recuerda: Dios siempre compensará con creces a sus hijos fieles y obedientes, así como recompensó la vida del profeta Daniel.

Radio Adventista

View all contributions by