FÉLIX CARVAJAL
No permitas que cedamos ante la tentación, sino rescátanos del maligno. Mateo 6:13.
El participante más comentado de los Juegos Olímpicos de 1904 fue Félix Carvajal. Félix era un cartero de La Habana, Cuba, que entrenaba todos los días corriendo su propia ruta de cartero. Él mismo pagó su pasaje a los Estados Unidos, y cuando llegó a Nueva Orleans le robaron todo su dinero. Dado que le faltaba el importe para el autobús, corrió los 965 km que lo separaban de San Luis, donde se llevaría a cabo la competencia.
Cuando llegó al estadio, sus colegas atletas le dieron la bienvenida con aplausos e hicieron una colecta para pagar su habitación y la alimentación. A la hora del maratón, se presentó con las ropas que traía puestas desde La Habana. Eran las únicas que tenía. Inmediatamente, alguien trajo unas tijeras y le cortaron las mangas de la camisa y las piernas del pantalón.
Félix se sentía fuera de lugar entre los corredores que aguardaban la señal de partida. Aun así, era lo suficientemente rápido como para ganar. De no haber sido por unas manzanas. Mientras uno tras otro los corredores abandonaban la carrera por causa del calor, Félix no tuvo problemas para mantenerse a la par con los que encabezaban el maratón. Todo iba bien hasta que la ruta pasó al lado de un huerto de manzanas. ¡Qué delicioso sería clavarle los dientes a una manzana fresca y jugosa! Se detuvo a recoger unas cuantas. Una se la llevó a la boca, mientras que metió las otras en los bolsillos del pantalón y de la camisa para comérselas en el camino.
Pese a haberse detenido a recoger manzanas, Félix se mantuvo al nivel de los primeros. De repente, se tomó el estómago y se apartó de los demás. -Esas manzanas que comí -se quejaba- me han dado cólicos.
Después de un momento se le pasó el calambre, y continuó la carrera. Pero para entonces, los demás participantes del maratón lo habían dejado muy atrás. Llegó en cuarto lugar. Perdió la carrera por ceder a la tentación del apetito.
En nuestro viaje al cielo, todos sentimos la tentación de detenernos a recoger frutas prohibidas. Para David y Sansón, la “manzana” asumió la forma de mujer. Para Ananías y Safira, tenía forma de dinero. Puede ser que para ti la “manzana” tome forma de música rock u otra, cine, moda, drogas, chistes obscenos, o aun trabajo excesivo. El diablo tiene mil formas de impedir que ganes la carrera. ¿Valdrá tanto tu “manzana” como para cambiarla por la vida eterna?