Viernes 29 de Julio – Misterios de Dios – Devocional para Jóvenes

Lo cierto es que nada hace el Señor sin antes revelarlo a sus siervos los profetas (Amós 3: 7).

TODOS, EN MAYOR O MENOR MEDIDA, poseemos cierto nivel de curiosidad y es por eso que buscamos respuestas en las fuentes que creemos confiables. Y en tu caso, ¿te conformas con lo que te cuentan, o sigues indagando para saber más?

Cuando buscamos respuestas en las Escrituras tenemos que ser conscientes que no todo está revelado y que existen muchas preguntas que podemos formularnos que no tienen respuesta. Moisés, por inspiración divina, ya les amonestaba a los israelitas al decirles: «Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre» (Deut. 29: 29). Dios está envuelto en secretos y misterios, y los secretos revelados a través de sus siervos los profetas son la información suficiente para nuestro bienestar presente y eterno.

¿Cuál es el problema con la curiosidad en algunos? Como al leer la Biblia no tienen todas las respuestas que desean, terminan desechándola. Ya lo advertía Elena G. White cuando escribió: «La Palabra de Dios, como el carácter de su divino Autor, presenta misterios que nunca podrán ser plenamente comprendidos por seres finitos. La entrada del pecado en el mundo, la encarnación de Cristo, la regeneración y otros muchos asuntos que se presentan en la Biblia, son misterios demasiado profundos para que la mente humana los explique, o para que los comprenda siquiera plenamente. Pero no tenemos razón para dudar de la Palabra de Dios porque no podamos entender los misterios de su providencia […] Los incrédulos han presentado las dificultades de las Sagradas Escrituras como un argumento en contra de la Biblia; pero muy lejos de ello, estas constituyen una fuerte prueba de su divina inspiración. Si no contuvieran acerca de Dios sino aquello que fácilmente pudiéramos comprender, si su grandeza y majestad pudieran ser abarcadas por inteligencias finitas, entonces la Biblia no llevaría las credenciales inequívocas de la autoridad divina. La misma grandeza y los mismos misterios de los temas presentados, deben inspirar fe en ella como Palabra de Dios» (El camino a Cristo, pp. 107-108).

El Padre celestial nos dejó su Palabra no para satisfacer nuestra curiosidad, sino como una herramienta de salvación y esperanza. Por eso, no permitas jamás que tu curiosidad y la falta de respuestas en las Escrituras minen tu fe, porque cuando Cristo vuelva por segunda vez al mundo, muchos de los misterios que hoy nos parecen insondables serán explicados con total claridad.

Radio Adventista

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