COMO AVIONES DE PAPEL
“Bien hecho, mi buen siervo fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad, así que ahora te daré muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo!” (Mateo 25:21, NTV).
Creo que un niño no fue niño si no hizo un avión de papel. En mi niñez, se convirtió casi en una obsesión: hacer el avión más grande, el que vuela más lejos, el más sofisticado… Bueno, algunos decidieron extender esa afición a nivel nacional. El 26 de mayo se celebra, en Estados Unidos, el “Día del Avioncito de Papel”.
Esta celebración incluye reuniones sociales en que se crean y hacen volar aviones de papel. Se organizan concursos en dos categorías básicas: distancia y tiempo en el aire. Actualmente, Joe Ayoob tiene récord mundial de mayor distancia recorrida: 68,91 metros; y el japonés Takuo Toda tiene el récord mundial de permanencia en el aire: 27,9 segundos.
Fundador de la Asociación Japonesa de Aviones de Origami, Takuo afirma que la clave no está en cuán lejos se hace volar el avioncito, sino cuán alto puede llegar. Para que sea válido el récord, el avión deberá ser fabricado a partir de una sola hoja de papel sin cortes, y medir 10 cm de la punta a la cola.
Pero la ambición de Takuo es mucho mayor: hacer volar en el espacio un avión diseñado por él mismo. Así diseñó un prototipo de papel muy similar al trasbordador espacial de la NASA, cuatro años antes. Asegura que este avioncito puede realizar el mismo viaje aeroespacial que el trasbordador estadounidense.
Y la cosa tomó un serio giro, pues la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial destinó un presupuesto millonario para estudiar la posibilidad de lanzar aviones de papel desde la Estación Espacial Internacional y recobrarlos cuando regresen a Tierra una semana después. “Si se prueba que pueden reentrar en la atmósfera de la Tierra y regresar planeando a salvo, entonces la comunidad científica podrá obtener datos valiosísimos acerca de la aerodinámica. Ese conocimiento incluso podría llevar a mejorar el diseño de las naves espaciales en el futuro”, afirma Takuo Toda.
¡Quién pensaría que un simple pasatiempo infantil podía convertirse en algo así! Ciertamente, hasta las tareas más insignificantes pueden ser decisivas en la vida de otras personas. Algunos no se esfuerzan para nada, justificándose en que la tarea encomendada no es lo suficientemente grande. La parábola de los talentos nos enseña que, sin importar cuántos talentos has recibido, si los usas, podrás multiplicarlos. Si los escondes, incluso perderás lo poco que has recibido.
Hoy, decide dar lo mejor de ti en lo que tengas por delante. Nunca sabrás los alcances eternos que podría tener esa pequeña tarea.