Viernes 23 de Junio del 2017 – NO SOLO SABERLA, SINO VIVIRLA – Devoción matutina para la mujer

NO SOLO SABERLA, SINO VIVIRLA

‘¿Acaso no andan ustedes equivocados?’, les replicó Jesús. ‘¡Es que desconocen las Escrituras y el poder de Dios!'” (Mar. 12:24, NVI).

En alguna reunión familiar o en público, ¿alguien te ha pedido recitar un pasaje de la Biblia? ¿Has participado en concursos en los que la persona que dice el mayor número de versículos de memoria gana un premio? ¿Es posible que haya sido muy fácil, porque recitaste esos versos de memoria y la memoria en ese momento estaba de tu lado? Desde la infancia, se nos anima a aprender textos de la Biblia de memoria. Serán, sin duda, importantes para nuestra vida.

La Biblia menciona que había, por lo menos, dos cosas que los saduceos no conocían: una, las Escrituras; la otra, el poder de Dios. No hay duda de que los saduceos eran religiosos y que podían recitar largos pasajes de la Torá. Sin embargo, hay una diferencia entre recitar versículos de la Escritura y conocer verdaderamente su significado y creer lo que dice. Se puede estar en la presencia de Cristo, sin tenerlo en el corazón.

Leí una historia interesante sobre un pastor y un actor, en una reunión social. Alguien le pidió al actor que recitara el Salmo 23. Cuando terminó, el público Jo aplaudió. A continuación, se le pidió al pastor que recitara el mismo Salmo del Buen Pastor. Cuando terminó, los oyentes estaban derramando lágrimas. Más tarde, alguien le preguntó al actor cuál había sido la diferencia, y el actor respondió: “Yo me sé el salmo, pero el pastor conoce al Autor del Salmo”.

¡Hay una gran verdad en la respuesta del actor! Cuando tenemos al verdadero Pastor en nuestros corazones, conocemos y vivimos sus palabras. Esta es la diferencia entre conocer la fe y vivir la fe.

La Palabra de Dios, por medio del Espíritu Santo, nos da el poder de conocerlo, entenderlo y vivir sus enseñanzas. Elena de White, en su libro El conflicto de los siglos, escribe: “No deberíamos ponernos a estudiar la Biblia con esa confianza en nosotros mismos con la cual tantos abordan los dominios de la ciencia, sino en el espíritu de oración y dependencia filial hacia Dios, y con un deseo sincero de conocer su voluntad” (cap. 38, pp. 584, 585).

Dios, el que ha guiado tu vida y la mía, también nos ha dado sabiduría para aprender de su Palabra, y la oportunidad no solo de recitarla, sino también de vivirla.

Meibel Mello Guedes

Radio Adventista

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