HE DE VER A DIOS
«De oídas te conocía, mas ahora mis ojos te ven» (Job 42:5).
Job se cuenta entre los personajes bíblicos más resilientes. Lo tenía todo y lo perdió todo. El libro de Job denota la confusión y el sufrimiento de un hombre justo que recibe el impacto del mal en toda su extensión. Sin embargo, como indica su propio testimonio, antes del intenso sufrimiento conocía a Dios de oídas. Solo después de la dura prueba llegó a experimentar a Dios directamente.
Fanny Crosby (1820-1915) fue una letrista, compositora y poeta que se cuenta entre las más prolíficas de todos los tiempos. Su legado es fundamentalmente religioso e incluye más de seis mil himnos y canciones religiosas como En Sion Jesús hoy reina, Salvo en los tiernos brazos, Trabajad, trabajad o Con voz benigna te llama Jesús. A las seis semanas de edad contrajo una infección respiratoria que le causó inflamación en los ojos. El médico del pueblo estaba de viaje y un vecino recomendó la aplicación de cataplasmas de mostaza picante sobre los ojos. El «tratamiento» le dañó los nervios ópticos y quedó ciega para el resto de su vida. A los cinco años quedó huérfana de padre. A pesar de estas adversidades, creció con normalidad y se inició con éxito en la música desde los dieciséis años aprendiendo a tocar el piano, el harpa, la guitarra y el órgano.
En una ocasión, un clérigo, intentando mostrar amabilidad, le dijo:
-Qué lástima que el Maestro, habiéndole concedido tantos dones, no le diera también el de la vista.
Enseguida, ella replicó:
-¿Sabe usted cuál habría sido mi petición al nacer? Habría pedido ser ciega de nacimiento.
-Pero ¿por qué? -inquirió el religioso.
Fanny contestó:
-¡Porque cuando Jesús regrese, lo primero que veré será el rostro de mi Salvador!
Esta mujer de Dios fue una bendición para todos los que la conocieron y sus himnos han sido y continúan siendo fuente de inspiración para muchos.
Job gozó de la vista y Fanny Crosby no. Sin embargo, ambos pudieron «ver» a Dios con su mente y su corazón. Y también ambos podrán verlo cara a cara el día en que regrese, haciendo realidad las palabras de Job: «Yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo, y que después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios» (Job 19:25-26). Esa opción es también para ti y para mí y podemos recobrar el ánimo pensando que lo veremos cara a cara cuando regrese a llevarnos con él al cielo.