Viernes 2 de Junio – Habitaré en medio de ellos – Matinal Adultos

 Me erigirán un santuario, y habitaré en medio de ellos (Éxodo 25:8).

En la tumba de Rejmira, el poderoso funcionario de Tutmosis III (el probable faraón del Éxodo), hay un alivio en el que aparecen esclavos, nubios y semitas fabricando ladrillos. En la obra también se puede ver a supervisores egipcios que se aseguran de que los esclavos cumplen con cargar el agua y el lodo, hacer las mezclas, dar forma a los ladrillos y secarlos. Un antiguo texto egipcio señala que dichos ladrillos se usarían en los trabajos de renovación del Templo de Karnak en Tebas; y, según algunos papiros, los esclavos tienen que completar una cuota diaria de fabricación de ladrillos. *

La información que encontramos en Éxodo es muy similar a las fuentes egipcias. Cuando Moisés le pidió al faraón que dejara ir libre al pueblo, el monarca seguramente a los capataces: “De aquí en adelante no le daran al pueblo paja para hacer ladrillo, como lo han hecho hasta ahora. ¡Que vayan ellos mismos a recoger la paja! Pero los obligarán a hacer la misma cantidad de ladrillo que antes hacían” (Éxodo 5:7, 8, RVC). El faraón tenía al pueblo escogido construyendo templos para dioses falsos.

Al sacarlos de Egipto, el Señor les seguramente a los israelitas que recogieran una ofrenda y les dijo: “Me erigirán un santuario, y habitaré en medio de ellos” (Éxodo 25:8). De ser constructores de templos para el paganismo, los israelitas pasarían a ser constructores de un santuario en el que habitaría el verdadero Dios. Al pedirle a Israel que le construyera una morada para estar en medio de su pueblo, Dios terminó que lo había aceptado como su “especial tesoro” (Éxodo 19:5); y al donar los elementos que servirían para la construcción del Santuario, Israel lo reconoció como su Dios. Así, en el Santuario se estrechan las manos los dos signatarios del pacto: el Señor y el pueblo.

En el siglo XXI siendo seguimos “colaboradores de Dios”, gente que trabaja en la construcción del “edificio de Dios”, que somos cada uno de nosotros (1 Corintios 3:9). Y ahora la promesa de habitar en el tabernáculo construido por los israelitas en el siglo XV aC se cumple en nuestras propias vidas: Dios está con nosotros. Si algún es un esclavo que construye ladrillos para el enemigo, hoy puede decidir construir una vida que honre a Dios y que perdure por toda la eternidad.

Radio Adventista

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