DEJA TU HUELLA
“He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos, ni se puede seguir la huella de sus años” (Job 6:26).
Tal vez sea un poco extraño el ejercicio que te voy a pedir que realices, pero creo que es necesario. Si por alguna causa hoy dejaras de existir, ¿por qué cosa crees que el mundo te recordaría? ¿Qué legado has dejado a la sociedad, a tu iglesia y a tu familia? ¿Qué vendría a la memoria de la gente, cuando piensen en ti? En definitiva, ¿qué huella habrás dejado aquí?
Hoy recordamos a Juan Vucetich, un croata nacionalizado argentino que fue antropólogo, policía e inventor. Su nombre pasó a la historia por ser el primero que puso en práctica un sistema eficaz de identificación de personas por medio de sus huellas digitales.
El 1 de septiembre de 1891 fue un día histórico. En esa jornada, Vucetich hizo las primeras fichas dactilares del mundo con las huellas de 23 procesados; luego, se estableció como Día Mundial de la Criminalística.
Así, en 1907, la Academia de Ciencias de París informó públicamente que el método de identificación de personas desarrollado por Vucetich era el más exacto conocido hasta ese momento. La disciplina científica que estudia las huellas dactilares se llama dactiloscopia.
Las huellas dactilares revelan que somos únicos e irrepetibles; Dios no nos creó en serie. Nuestros pensamientos, dones, creatividad e ideas también son únicos. No hay nadie como nosotros en todo el universo. Y como tal, también tenemos la responsabilidad y el privilegio de dejar una huella positiva a nuestro paso.
Hoy puede ser un día histórico. Usa tus dones. Piensa en algo trascendente para realizar ¡y pon manos a la obra! No puedes pasar por esta vida de manera inadvertida. Deja tu huella.
“Muchos sienten que sería un gran privilegio visitar los escenarios de la vida de Cristo en la tierra, caminar por donde él anduvo, mirar el lago en cuya orilla se deleitaba en enseñar, y las colinas y valles en los cuales sus ojos tan a menudo reposaron. Pero no necesitamos ir a Nazaret, Capernaúm o Betania para andar en las pisadas de Jesús. Hallaremos sus huellas al lado del lecho del enfermo, en los tugurios de los pobres, en las atestadas callejuelas de la gran ciudad, y en todo lugar donde haya corazones humanos que necesiten consuelo. Al hacer como Jesús hizo cuando estaba en la tierra, andaremos en sus pisadas” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 595).