Sábado 18 de Junio – Pecado injusticias – Devocional para Jóvenes

Así como la tierra produce sus renuevos, y así como el huerto hace que brota su semilla, así Dios el Señor hará brotar la justicia y la alabanza a los ojos de todas las naciones (Isaías 61: 11).

 

UNA DE LAS GRANDES MALDICIONES que existen en el mundo como consecuencia del pecado es la injusticia. Desde siempre, hombres, mujeres y niños fueron víctimas de injusticias. Algunas son pasajeras y de poca importancia, mientras que otras dejan una marca para toda la vida.

Walter fue víctima de una gran injusticia. Era un hombre de familia, callado, que vivía como mecánico arreglando automóviles. Su vida transcurría como la de cualquier otro trabajador, hasta que una noche dos policías llegaron hasta su taller buscando a unos delincuentes. Walter no tenía idea de quiénes buscaban, pero soportó el maltrato como si los estuvieran ocultando. Uno de los policías, abusando de su investidura, se metió en la casa de Walter e intentó propasarse acariciando sexualmente a la hija menor. Como cualquier padre que ama a sus hijos, Walter no lo ayudó y se tomó a golpes de puño con el policía corrupto, lo que le costó ocho meses de cárcel.

Cuando salió de allí, Walter nunca más volvió a ser la misma persona. Nunca habló de lo que le tocó vivir en la cárcel, pero su rostro denotó el resentimiento y la amargura de haber quedado privado de la libertad por defender a su hija. Se refugió en la bebida y como alcohólico reclamaba que se hiciera justicia.

Mientras convivamos con el pecado, historias como estas se repetirán en nuestra sociedad. La justicia, como está planteada actualmente, es para los que tienen dinero, poder, «contactos» o para quienes toman la venganza en sus propias manos. Cada día, miles son explotados, abusados ​​y discriminados porque no tienen los medios o el poder para defenderse. Mientras que unos pocos se los consideran «intocables», multitudes sufren a expensas de gente violenta, corrupta y sin escrúpulos.

Pero nuestro buen Dios, que no es indiferente a las injusticias, prometió cambiar este mundo y erradicar la bajísima moral que impera. La promesa que hoy nos hace a través de Isaías es: «Así como la tierra produce sus renuevos, y así como el huerto hace que brota su semilla, así Dios el Señor hará brotar la justicia. y la alabanza a los ojos de todas las naciones». Sí, cuando Dios transforme este mundo de pecado, todas las naciones disfrutarán de la paz y la justicia celestial. No habrá abusos, no habrá atropellos; todos aplican de manera cotidiana la regla de oro.

Radio Adventista

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