¿DESESPERACIÓN O ESPERANZA?
“Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Lucas 21:28).
¿Cómo enfrentas la preparación para el regreso de Cristo? ¿Con alegría y esperanza o con miedo y desesperación? He acompañado diferentes correos electrónicos, cartas, “documentos”, noticias, páginas de Internet, sermones y seminarios que pretenden presentar los últimos descubrimientos o las teorías más interesantes sobre la segunda venida de Cristo.
Muchos tratan el tema con equilibrio y profundidad, pero algunos lo presentan de forma alarmante, y generan agitación, miedo y desesperación. Es curioso ver cómo aparecen personas que presentan información “secreta”, que solo ellas poseen, o las últimas novedades que fueron descubiertas.
¿Es posible que gente así logre enfrentar el encuentro con Cristo de forma positiva en su vida cotidiana, viviendo el cielo en la Tierra y preparándose para dejar la Tierra e ir al cielo? ¿O necesitan del miedo y la desesperación como motivación? En general, los predicadores de estos “reavivamientos” se establecen como críticos de la iglesia, de los pastores, de los líderes y de los miembros que no están de acuerdo con ellos.
Como iglesia, necesitamos buscar más consagración, reavivamiento y reforma. Las vigilias, los grupos pequeños y los movimientos de oración son fundamentales, así como la búsqueda diaria del bautismo del Espíritu Santo y el compromiso con el estilo de vida del cielo. Todo esto siempre debe ser entendido como resultado de un compromiso personal y diario con Dios, de un clamor sincero y de un estudio profundo de la Biblia y de las profecías, y no de un sensacionalismo pasajero.
En los últimos días habrá un despertar verdadero dentro de la iglesia. Eso ocurrirá como resultado de la unidad, del apoyo espiritual mutuo, de un profundo estudio de la Biblia, de oración y de la misión. La iglesia se levantará unida para predicar, con poder, el mensaje del tercer ángel. El reavivamiento no combina con críticas mordaces que desunen al pueblo de Dios, pues la “iglesia, debilitada y deficiente, que necesita ser reprendida, amonestada y aconsejada, es el único objeto de esta Tierra al cual Cristo concede su consideración suprema” (Consejos para la iglesia. p. 432).
Quiero desafiarte a que no corras detrás de “novedades” ni les des oídos a las especulaciones. Alimenta la “bendita esperanza” (Tito 2:13) para no exponerte a una gran desesperación.