EDUCACIÓN
Adquiere sabiduría. Proverbios 4:5.
Era el 15 de junio de 2014. Al ritmo de la marcha Pompa y circunstancia comenzaron a desfilar los graduandos, menos una dama. A ella la llevaron en silla de ruedas. Era Effie Pampaian, quien ese día recibió un doctorado honoris causa de la Universidad de Walla Walla, en los Estados Unidos. Muy cerca de mi hijo Israel, de 23 años, quien se graduaba en Historia, estaba Effie, de 104 años, quien también se graduaba en Historia.
Los profesores de Effie fueron privilegiados. Ellos le contaron la historia del siglo XX. Ella la vivió. Le pedí a mi hijo que la entrevistara para El Centinela, pues él era columnista del periódico de la universidad. Lo intentó, pero Effie le dijo que estaba cansada de conceder entrevistas.
Si quieres abandonar la escuela, acuérdate de Effie Pampaian. Ella nunca desechó el gusto por el estudio. Si comenzaste a estudiar, pero abandonaste la escuela ante la dificultad de algunas materias, no la olvides.
Yo fui reprobado en Mecanografía muchas veces. Esa clase se impartía solo el primer año; yo lo intenté durante cuatro años. En Teología tenía calificaciones para graduar suma cum laude, pero gradué con suma dificultad. Soy torpe de manos. Creía que un pastor no necesitaría saber mecanografía. Dos años después de haber graduado, fui llamado a servir como redactor de la revista Enfoque.
Al llegar a la oficina, me pusieron enfrente una máquina de escribir. Once años después, cuando solicité la plaza de redactor en Pacific Press, me pusieron frente a un teclado. Era la prueba. Si la pasaba, me darían el trabajo. En la mitad superior de la pantalla había un texto en inglés. La prueba consistía en copiar ese texto en la mitad inferior. Primero debía escribir mi nombre, y cuando lo hice me equivoqué. La jefa de personal, quien me estaba mirando, volteó el rostro, y yo pensé: Estoy liquidado. Logré copiar ochenta palabras en un minuto. Me dieron el trabajo.
No dejes la escuela por esa materia aburrida o complicada. Yo odiaba el teclado; ahora, con un teclado le sirvo a mi Dios. Si abandonaste la escuela y te consideras viejo para volver a las aulas, acuérdate de Effie Pampaian. El conocimiento proviene de Dios; no lo menosprecies. Él quiere que cultives tu intelecto.