CUATRO DÉCADAS, CINCO LECCIONES – PRIMERA PARTE
«Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría». Salmo 90: 12, NVI
CADA 12 DE ENERO DEDICO TEMPO para agradecer a Dios por haberme regalado un año más de vida y también para reflexionar en las lecciones que él me ha enseñado. Hace poco tuve el privilegio de cumplir cuarenta años y he estado meditando en las lecciones más importantes que he aprendido durante estas últimas cuatro décadas. Hoy y mañana compartiré contigo cinco lecciones, cuatro que he aprendido y una que espero nunca olvidar.
1. Es una gran bendición que Dios no nos conceda todo lo que le pedimos. Cuando miro hacia atrás y pienso en todos los proyectos frustrados, en todas las puertas cerradas y en las muchas oraciones no contestadas de la manera que yo quería, solo puedo exclamar: ¡Aleluya! He aprendido que Dios es demasiado sabio como para darnos todo lo que le pedimos y demasiado bueno como para negarnos lo que realmente necesitamos. Dios ve el cuadro completo, nosotros no.
2. Enfocar nuestras acciones, actividades y proyectos con el fin de impresionar, vengarnos o competir con otros es la forma más tonta de desperdiciar nuestra vida. ¿Por qué habríamos de dedicar tanta energía emocional a esas personas cuando lo más importante es colaborar con el plan de Dios para nuestras vidas? Cuando nos concentramos en «la competencia» descuidamos a las personas que son realmente importantes, o peor aún: descuidamos el propósito del Creador para nosotros.
3. Nunca debemos permitir que los cristianos nos alejen de Cristo. He conocido a muchas personas que se han alejado de Cristo, o que no han entregado sus vidas a él a causa del mal testimonio de algunos cristianos. Esa es una reacción muy humana, pero poco sabia e incluso injusta. Es cierto que los seguidores de Cristo debemos representar al Señor Jesús, pero esto no siempre sucede así. No es justo que rechaces a tu Salvador o que te alejes de él por lo que otros pecadores han hecho o dejado de hacer. Algunos se apartan del cuerpo de creyentes, pero sin la intención de apartarse de Dios, pero pronto descubren que no se puede ser cristiano a solas. Necesitamos a otros y otros nos necesitan para permanecer y crecer en Cristo.
Mañana compartiré contigo las dos lecciones faltantes, ¡te espero!
Aneury Vargas
Filipinas