MIRA HACIA ARRIBA
“Cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver mi arco en las nubes. Y entonces me acordaré de mi pacto con vosotros y todo ser viviente” (Gén. 9:14, 15).
Estoy segura de que has observado, con el aliento en suspenso, un hermoso arcoíris luego de una oscura tormenta. Ver un arcoíris doble es aún más espectacular.
Recuerdo una ocasión en que estaba en un vuelo, atravesando una tormenta a muchos kilómetros por encima de la superficie de la tierra. Las fuertes ráfagas de viento golpeaban contra nuestro avión, y densas nubes negras lo rodeaban. En silencio, y con miedo, clamé a mi Creador pidiendo seguridad. Justo entonces miré por la ventanilla hacia las nubes negras que estaban un poquito más abajo. ¡Moviéndose por las nubes, se veía la sombra de nuestro avión! Al mirar fijamente, ¡vi un arcoíris que parecía rodear la sombra de nuestro avión! Suspiré de alivio.
Dios es quien crea los arcoíris: “He colocado mi arcoíris en las nubes” (Gén. 9:13, NVI). Ver ese arcoíris rodeando la sombra de nuestro avión tambaleante disipó mi miedo a las turbulencias que nos sacudían. Hasta los pesares de mi corazón parecieron desvanecerse, al mirar fijamente y con agradecimiento el esplendor del arcoíris debajo de nosotros. Recordé que un arcoíris representa la presencia prometida de Dios con nosotros.
La Biblia dice que hay un arcoíris sobre el Trono del Dios viviente, nuestro Creador de los cielos y la tierra (ver Apoc. 4:3). Él prometió: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré” (Isa. 41:10). La promesa del arcoíris no solo abarca la seguridad de que no volverá a haber un diluvio que arrase y destruya la tierra, sino además se extiende la protección a sus hijos, cuando el enemigo de nuestras almas se precipita como un torrente caudaloso (ver Isa. 59:19).
En el pasado, Dios no habló a través de un cielo soleado y despejado; habló a través de una columna de nube. Y nubes brillantes lo rodearán un día, cuando vuelva para llevar a sus hijos al hogar (ver Hech. 1:9-11). Si, un cielo despejado representa un día hermoso; sin embargo, hay pocos paisajes más espectaculares en la naturaleza que las nubes difusoras de luz que rodean un atardecer multicolor, pintado con los innumerables tonos de la paleta del Creador.
¿Ves nubes en tu vida? Anímate, porque entre esas nubes de pruebas, tristeza, pérdida y sufrimiento, hay un arcoíris; un recordatorio del fiel amor de Dios.
Naomi Naylor Lokko