Viernes 10 de Marzo del 2017 – RING… RING. – Devoción matutina para Jóvenes

RING… RING.

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:74).

El 10 de marzo de 1876 fue un día histórico. Cada vez que uses un teléfono, acuérdate de esta fecha. En ella, Alexander Graham Bell realizó exitosamente su primera prueba de comunicación por medio de un teléfono, algo que cambiaría nuestra vida para siempre.

Después, el 9 de octubre de 1876, Bell y Thomas Watson se comunicaron por teléfono mediante un alambre tendido entre Cambridge y Boston. Esa fue la primera conversación mantenida a través de un “alambre”.

Luego, en 1877, se creó la Bell Telephone Company, y para 1886, más de 150 mil personas en los Estados Unidos tenían un teléfono.

Comunicarse es maravilloso. Comunicarse crea vínculos y los mejora; acorta las distancias y mitiga nuestra soledad. Pero más allá de las satisfacciones que nos puede producir la comunicación humana, no existe privilegio más grande que la comunicación con Dios. Una de las partes de esa comunicación es el estudio de la Biblia (Dios nos habla) y otra es la oración (nosotros hablamos a Dios).

Haz un inventario de cómo usas el tiempo. Registra las horas que inviertes en miles de actividades (que pueden ser totalmente productivas) y los minutos diarios que dedicas a la oración. Necesitamos apropiarnos más del vital beneficio de orar; renovar y reformar nuestra vida de oración. Necesitamos experimentar los aliviadores beneficios de abrir el corazón a Dios como a un amigo.

Los grandes milagros que esperas en tu vida, los elevados logros que sueñas conseguir, los lejanos objetivos que anhelas cumplir, todos estarán más cerca de ti al orar. La oración es la llave que abre los almacenes del cielo. Ora con humildad. Ora con fe. Ora con disposición de escuchar la voz de Dios.

Hoy puede ser un día histórico. No necesitas tener un teléfono inteligente ni bajar aplicaciones para entrar en contacto con el Dios del cielo. Solo debes bajar tu cabeza, doblar tus rodillas y abrir tu corazón.

“Es algo maravilloso que podamos orar eficazmente; que seres mortales indignos y sujetos a yerro posean la facultad de presentar sus peticiones a Dios. ¿Qué facultad más elevada podría desear el hombre que la de estar unido con el Dios infinito? El hombre débil y pecaminoso tiene el privilegio de hablar a su Hacedor. Podemos pronunciar palabras que alcanzan el trono del Monarca del universo. Podemos hablar con Jesús mientras andamos por el camino, y él dice: Estoy a tu diestra” (Elena de White, La oración, p. 7).

Radio Adventista

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